el cazurro ilustrado

30 julio 2010

Imaginación.

Ver sin tener cosas a la vista y realizar operaciones con imágenes desligadas de sus condiciones físicas son comportamientos que se etiquetan como “imaginación”. Esta capacidad de jugar con imágenes, sonidos, olores, sensaciones, sentimientos e ideas, combinándolas, mezclándolas, confundiéndolas y creando nuevas es un recurso muy útil para salir de la monotonía, o para crear nuevos mundos. Pero puede la imaginación obrar de dos maneras diferentes: una que actúa como colchón en las vicisitudes de la vida y consuela de lo que no nos gusta o no podemos alcanzar y otra que trabaja como amplificador de temores y angustias. Considerada de más valor que el conocimiento o como lo único que conforta a los humanos de lo que no pueden ser, en toda la tradición médica occidental, desde Hipócrates, se le dio tanta importancia que explicaba hasta los más raros acontecimientos. Hay tratados que demuestran como la imaginación de la madre tenía claras influencias en le feto, de tal manera que hubo mujeres que viendo durante el embarazo la figura de un etíope, de ellas nació un bebé negro, o se utilizaba como “terapia genética” instruyendo a la mujer a que imaginara en el embarazo a su futuro hijo rubio y de ojos azules.

Sin llegar a esos extremos, es evidente que la imaginación puede cambiar muchos comportamientos; así el cielo o el infierno imaginado marca en muchos individuos, aún hoy, cadenas comportamentales durante todo su proceso vital.

Cuando la imaginación es negativa, el temor imaginado siempre es mayor que la cosa temida cuando llega y, probablemente, cuando es positiva, el placer imaginado sea menor que la cosa deseada cuando llega. En cualquiera de los dos casos, la imaginación ( como el pensamiento) no delinque, tal y como asegura el Derecho Romano.

29 julio 2010

A propósito de "las lenguas".

Como quiera que la lengua (como dijo Cicerón) sirve de interprete al entendimiento del que habla, es mejor la que con más propiedad hace este oficio, porque la ventaja de un entendimiento a otro no se conocerá bien, si el habla con toda claridad y perfección no muestra lo que quiere decir cada uno. Por ser esto de vital importancia, pretendieron siempre todas las naciones engrandecer y alabar su lengua, no solamente persuadiéndonos con razones, sino también introduciéndola por la fuerza y en menoscabo de las otras. Los romanos ordenaron con rigurosas leyes que todos los magistrados usasen en las provincias extrañas la lengua latina y no diesen en otra lengua respuesta alguna. Y no solo estaba prohibido a los magistrados, condenaba Marco Tulio a los particulares que leyesen un libro en griego. Los cartagineses mandaron que ninguna persona aprendiese otra lengua, más que la de su patria. Miramamolín, árabe, hizo una ley que obligaba a que en todos sus reinos no se escribiese sino en lengua arábiga. Los escoceses enseñaron (según cuenta la tradición) las ciencias en la suya y para eso tenían traducidas a ella todos los libros de las artes y las ciencias. El rey de Inglaterra, Duarte IV, publicó un edicto que forzaba a que las cosas públicas no se tratasen, ni se escribiesen sino en lengua anglicana. El rey D. Juan I de Castilla mandó que las escrituras y demás actos se hiciesen solamente en castellano. Yendo a Lisboa Raix Xarafo Guasil Ormus, teniendo mucho conocimiento de la lengua portuguesa, jamás quiso hablar, ni tratar al rey Don Juan III, sino con el interprete de la lengua de su patria. Los principes otómanos tenían tanta reverencia a la suya, que las promesas que no habían de cumplir las hacían en lengua extraña y las que habían de guardar en la propia, y lo mismo cuenta Bobadilla de los caldeos, hebreos, gitanos, fenicios, griegos, latinos y árabes.

Así pues, lo que hoy hacen los nuevos Miramamolines no es sino seguir el ejemplo de los antiguos; la diferencia con ellos es que aquellos no inventaban ninguna lengua y éstos descubren a cada hora palabras, vocablos, términos, verbos, expresiones y dicciones que, lejos de engrandecer la que hablan, la ocultan, hasta hacerla desaparecer con sus artilugios.

24 julio 2010

Psicología en Oviedo.

Desde el pasado 20 de julio hasta ayer 23 de julio, se celebró en Oviedo el VII Congreso Iberoamericano de Psicología. En jornadas maratonianas, desde las 8h30´ hasta las 20h30´, tuvimos los más de 1500 participantes, la posibilidad de elegir entre 672 simposios, 593 comunicaciones, 10 conferencias y 11 mesas redondas. La temática era tan diversa, que no hubo asunto humano que no se tratara: Violencia de género, seguridad vial, fracaso escolar, drogadicción, duelo, trabajo, desempleo, salud, emociones, discapacidad, envejecimiento, educación, pensamiento, lenguaje, inmigración, neurociencias, personalidad, metodología, terrorismo……. Tantos componentes tenía la ensalada que fue imposible probarlos todos, pero todos quedamos saciados. Por las noches, las reuniones fueron más productivas incluso que las propias jornadas: compartir mesa y conversación con colegas del otro lado del océano y con los que no veíamos desde muchos años; charlar con Ribes, Labrador, Urra, Muñiz, Luz, Luis, Montes, Marino, Barraca, Elena, Moreno, Ramón… por citar algunos y, entre sidra y sidra, recordar viejos tiempos, hacer futuribles, reír anécdotas y contar historias hasta quedar exhaustos. Hubo también una reunión de editores de revistas de Psicología a la que tuve el honor de asistir, en la que consensuamos actuaciones conjuntas que, espero, logren en los próximos años difundir nuestra Psicología en este mundo globalizado y anglosajón. No faltaron los reconocimientos y premios a Emilio Ribes Iñesta
(Universidad de Guadalajara / Universidad Veracruzana), México
y a José Mª Rodríguez Valderrama (Consejo Directivo Nacional / Colegio Colombiano de Psicólogos), Colombia, por la gran tarea realizada en el campo psicológico.

Quedan muchas cosas por contar, pero termino agradeciendo al Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos la correcta organización de este Congreso.

VII Congreso Iberoamericano de Psicología.








18 julio 2010

Dos actitudes ante la "propia imagen".

Cuenta Plutarco que una mujer de Megara oyó decir que el rey de los aqueos venía a su casa, y comenzó con gran aparato a prepararle la cena, en este intermedio llegó el mismo Filemón sin acompañamiento; la mujer que vio lo poco lucido de su persona, pensó que era algún criado que venía delante y le rogó que le ayudase; él empezó a cortar leña; en esto vino el marido de la mujer y viendo lo que pasaba, dijo: “qué es esto, Filemón”, a lo que él respondió: “No es otra cosa, sino pagar yo la pena de mi mala cara.”

Lo contrario que Filemón hizo Hiponax, cuenta Plinio que era celebre por sus parodias y satíricos versos; y que tenía la figura muy fea. Dos escultores, Búbalo y Anthermo, esculpieron su imagen para exponerle a las risas del público. Lejos de admitir el agravio, el poeta desencadenó contra ellos sus sátiras, sarcasmos y libelos con tal ingenio y fuerza que, desesperados por las burlas, se colgaron de la rama de un árbol.

Y es que en la vida unos se dedican a despejar balones, lo que probabiliza la derrota y otros a meter goles, lo que hace previsible la victoria.

15 julio 2010

Justo Fernández Oblanca, ¡hasta siempre!

Justo Fernández Oblanca, que fue Decano de la Facultad de Educación de la Universidad de León, nos abandonó definitivamente. A los que tuvimos la fortuna de conocerle nos sobran motivos de alabanza por el prudente juicio que mostró en todas las cosas y por la humildad con que acompañaba hasta a sus más altas acciones. Fue Justo hombre discreto y moderado en las palabras, y tenaz e incansable en los trabajos.

Merecedor de los más solemnes homenajes, mi admiración, mejor que con palabras, se manifiesta con silencio y con lágrimas, pues al contrario que Demóstenes el cual, ante la muerte de un amigo, manifestó que lloraba porque viven los malos y no porque mueren los buenos, yo lloro porque muere un hombre bueno que supo arder de amor y dignidad y propagar el incendio entre sus alumnos, amigos y conocidos.

Hasta siempre, Justo. Lloraremos tu ausencia y nos consolaremos con tu recuerdo

13 julio 2010

Victoria, celebración y fortuna de "La Roja".

A propósito de la victoria de España en el campeonato mundial de fútbol, es conveniente mirar atrás para ver como la fortuna hace ordinariamente incomprensibles mudanzas. Hemos visto muchas veces quedar vencido al más valiente. Aunque Aquiles venció a Héctor, muchos autores han juzgado que Héctor era más fuerte. Muchas veces suele un cobarde vencer al esforzado y así Paris mató a Aquiles.

Bueno fue que los antiguos españoles tuviesen guerra contra los romanos aunque la perdieran, porque tuvieron la ocasión de mostrar su esfuerzo y valor y si no hubiera sido así, no habríamos conocido a Viriato. De la misma manera que la destrucción de Troya no quitó fama a Héctor, tampoco se la quitó a los españoles el ser vencidos por los romanos y en la pérdida de sus tierras lucieron los españoles gran valor, ya que en los muchos años que duró la guerra resistieron fuertemente y se vio la gran diferencia que había entre los españoles y otras naciones, las cuales en poco tiempo se rendían a los romanos. Toca estos días celebrar la victoria, tratados como héroes, agasajados como semidioses, ensalzados como titanes, adorados como ídolos y pagados como si nos hubieran salvado la vida, los futbolistas en las tribunas parece como si llegaran a Roma tras la conquista de las Galias. Pero, al igual que Solón, debemos saber que la vida ( y el fútbol) está sujeta a tan diversas fortunas que no debemos jactarnos con los triunfos presentes, ni admirar una felicidad que va a tener mudanza con el tiempo, porque el porvenir es variado e incierto. La felicidad de los vivos está sujeta a riesgos y es insegura y falible, como el parabien y la corona del que está todavía peleando.

08 julio 2010

Manía y placebo.



En otras ocasiones ya me he referido a Agnodice, aquella ilustre griega que vivió en Atenas en el S.IV a.c. y que tuvo una reputación distinguida en la ciencia médica, a pesar de tener las mujeres prohibido el ejercicio de la medicina. Se disfrazó de hombre para asistir a las lecciones de Hierofilo y para poder atender a los pacientes. Por aquella época andaba el filósofo Aristón muy centrado en sus estudios hasta que cayó en la manía de creer que tenía una mosca sobre la nariz que no podía espantar y aunque la ahuyentaba volvía tenazmente revoloteando hasta ponerle furioso obligándole a abandonar sus lecturas y meditaciones. En vano consultó a todos los médicos atenienses para que le curaran esta ilusión, pero no encontraban el remedio.

Como último remedio consultaron con Agnodice; fue a visitarle y Aristón le preguntó que qué era lo que veía sobre su nariz. Convencida de que debía condescender un poco, para ganar su confianza, le dijo: “veo una mosca” y le preguntó sobre las costumbres del insecto y a qué horas le molestaba más. Esto dejó satisfecho al filósofo que aceptó un plan para librarse de la mosca. Pasados unos días le anunció que había llegado la hora de librarle para siempre de la mosca. Sacó un cuchillo y lo pasó ligeramente por la nariz y le mostró una mosca que hábilmente había llevado oculta para desvanecer la ilusión. Al verla muerta, Aristón exclamó: la conozco bien, ésta ha sido la causa de mis estorbos e inquietudes.

Con esta estratagema desapareció la manía del filósofo que no volvió a sentir la mosca sobre su nariz. No cabe duda que la fama de Agnodice, como ejemplar terapeuta, se fue multiplicando por Atenas y sin saberlo, estaba poniendo las bases del uso terapéutico del placebo.

06 julio 2010

Lujuria y enfermedades venéreas.

En el año 1857, el Dr. Pedro Felipe Monlau publicó la obra “La medicina de las pasiones o Las pasiones consideradas con respecto a las enfermedades, a las leyes y a la religión”, traducción del libro homónimo, escrito por J.B.F. Descuret, doctor en medicina y doctor en letras de la academia de París.

En el capítulo “De la Lujuria” dice: Causas del libertinaje en general. — Lleva el hombre en sí la principal causa de sus desórdenes; su libertad, la fuerza de su imaginación, su suma impresionabilidad le constituyen un ser eminentemente inclinado a los actos carnales, distinguiéndole de los animales, que casi nunca se entregan a tales extravíos de la naturaleza, sino cuando están domesticados. En las sociedades, las causas del libertinaje proceden de las condiciones generales en que se hallan; y a más, en los individuos, de las circunstancias particulares que les rodean, o que ellos mismos se crean. Entre las que sostienen la irritabilidad nerviosa, y mas particularmente la excitabilidad de los órganos genitales, debemos contar la influencia hereditaria, los climas cálidos, los alimentos afrodisíacos o demasiado abundantes, el influjo de la primavera, la época de la pubertad en ambos sexos, la edad crítica en la mujer, el predominio del aparato cerebro genital; y en los nerviosos y los sanguíneos, el exceso de actividad de la circulación. Entre las causas sociales, deben contarse la falta de religión, el contagio del ejemplo, la ociosidad de las masas, la frecuentación de los teatros y de los bailes, la poca consideración en que se tiene a las mujeres, la poligamia, y finalmente el despotismo, que corrompe a un tiempo al tirano y al esclavo; al primero por el hábito de ejercer una autoridad sin límites, y al segundo por el estado de degradación en que vegeta. Terminaremos esta enumeración con la siguiente tabla, que no dejará de ser interesante para los que estudian la influencia de las profesiones en las costumbres:


04 julio 2010

Fútbol, victorias, derrotas y serotonina.

En este mundo globalizado, es la FIFA una de las organizaciones más fuertes, con diversas funciones tanto sociales como políticas. Cada cuatro años organiza una competición a escala mundial, donde se sustituyen los campos de batalla de antaño por los terrenos de juego y las diversas naciones compiten por los laureles de la victoria con el mismo entusiasmo como lo hacían las tropas de Alejandro Magno para someter al mundo conocido.

Los mejores “guerreros” futbolistas velan armas, ofrecen sacrificios y oraciones a los dioses, pelean en el campo y unos consiguen desde pírricas victorias, pasando por amplias derrotas, hasta llegar a la gran final, donde el vencedor, dentro de la armonía universal de los pueblos y naciones, obtiene el triunfo incruento sobre las demás.

Después de las grandes batallas que hasta ahora se han producido, hay ya monumentales fiascos. Dos de las favoritas –Argentina y Brasil- han sido eliminadas contra todo pronóstico. Tres estados europeos y un estado suramericano se disputarán la hegemonía mundial. Por primera vez en su historia, España puede alcanzar el título. Si así fuera, al día siguiente de la gran final, los niveles de serotonina de una gran mayoría de españoles estarían por las nubes, con la consiguiente euforia, alegría,optimismo y satisfacción. A algún “ neurocientífico” se le ocurrirá poner la causa de este estado de bienestar en esta monoamina neurotransmisora, cuando en realidad es la consecuencia de un hecho ambiental como es la victoria de nuestros representantes en la gran batalla futbolística mundial. Si perdiésemos, la monoamina estaría en niveles bajos y aparecerían el desánimo, el enfado, el desaliento y la tristeza (estados de ánimo que padecen en estos momentos argentinos y brasileños). Pero para superar estos estados anímicos, lejos de ingerir inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina (ISRS) se recurrirá de forma natural a la vanidad de cubrir con el socorrido velo de una desgracia inevitable, el oprobio de una derrota merecida.