el cazurro ilustrado

29 julio 2009

Murió el carrero de Otero de Curueño.


Ayer, día 28 de julio de 2009, para nuestra desgracia, enterramos a Ricardo Fernández, último y único carrero de la montaña. Hacía 23 años, justo ayer, el 28 de julio de 1986, que “La Crónica de León” publicaba una entrevista que yo le había hecho; acababa de jubilarse y me contó que “tengo mucha pena, porque soy viejo y rico. Dispongo de dos bancos: uno para estar sentado y otro para tumbarme cuando me duele el espinazo y los encuentros. A veces los dolores me flojan cuando bebo un poco de vino.”
Fue este carrero el mejor en su oficio; un excelente tertuliano; un destacado dominador de la ironía, un maestro del humor; entendió como nadie la filosofía de vida que se fraguó durante siglos en esta montaña. Honrado, trabajador, capaz de poner al mal tiempo (muy frecuente) buena cara y mejores palabras.
Al comprobar ayer, una vez más, las casualidades y contingencias de la vida, mirando la coincidencia de la fecha de la entrevista con la del funeral, recordé a Plutarco cuando decía: “No es maravilla quizá que en un tiempo indeterminado, inclinándose ora a una parte y ora a otra la fortuna, los acontecimientos vuelvan a repetirse muchas veces con las mismas circunstancias. Porque si hay una muchedumbre infinita de accidentes, la fortuna tiene un poderoso artífice de la semejanza de los sucesos en lo indefinido de la materia, y si los acontecimientos están contraídos a un número prefijado, es necesario también que muchas veces los mismos efectos sean producidos por las mismas causas.”
Adiós, carrero, adiós. Y mis condolencias para la familia.

28 julio 2009

Reflexiones de ayer hacia mañana.

La fisonomía de Los Argüellos ha experimenta­do en los últimos años modificaciones profundas, que no escapan al observador más superficial y que son perceptibles tanto en la imagen exterior de los pueblos como sobre todo en la estructura social de sus comunidades. La población argollana ha disminuido notablemente en número y ha vis­to alterado fuera de toda proporción el índice de edad de sus habitantes actuales. Las relaciones so­ciales, las viejas normas que regulaban derechos y deberes ciudadanos, las formas de vida tradiciona­les cristalizadas en tipos determinados de trabajo, modos de diversión o estilo de comportamiento han cambiado consecuentemente de sentido. Me­dios diferentes de comunicación, de transporte y de actividad laboral señalan sin lugar a dudas la presencia de una época nueva en la historia de la región.
El modo de reaccionar ante las novedades en la vida individual o colectiva puede ofrecer, y de he­cho ofrece una multitud de variantes, desde el re­chazo brusco hasta la aceptación más entusiasta. Es imposible, sin embargo, comprender y valorar adecuadamente el momento presente sin un cono­cimiento previo del pasado, y tampoco resulta factible preparar y configurar el futuro sin una conciencia plena del tiempo actual.
El conocimiento del pasado se enfrenta siem­pre, y muy particularmente en este caso, con gra­ves dificultades, que ocasionalmente pueden pa­recer insalvables. El paso del tiempo transforma y destruye sin reparo las cosas y formas de vida que dan un sentido y ofrecen soporte material a la existencia. Con las generaciones humanas que de­saparecen de la escena de la historia cambian si­multáneamente la lengua y las costumbres, el mo­do de pensar y las reglas de convivencia, los idea­les y los instrumentos materiales para subsistir. Todos estos elementos se agrupan, no obstante, para formar conjuntamente una tradición cultu­ral, que se transmite de generación en generación y constituye la base del desarrollo y progreso de los pueblos. El conocimiento de cada uno de estos elementos y de sus relaciones mutuas es condición indispensable para establecer la conexión entre el pasado y el presente y comprender la importancia y el alcance de los cambios que ocurren en torno a nosotros.
Los Argüellos tienen una larga historia y po­seen un rico patrimonio cultural, existente toda­vía, en estado muy variable de conservación, en la lengua, leyendas y costumbres, ordenanzas de comportamiento ciudadano y legislación, docu­mentos escritos y objetos diversos de arte. Las ca­racterísticas peculiares de la cultura argollana se deben sin duda en gran parte a la clara delimitación ofrecida por las condiciones geográficas, que permiten un asentamiento permanente, pero no facilitan una gran movilidad. La historia de los Ar­güellos constituye un campo fecundo de investiga­ción. Los estudios realizados hasta el presente han puesto de relieve algunos aspectos importantes, pero significan solamente una contribución frag­mentaria al cuadro de la historia total. El origen de los habitantes argollanos, las distintas etapas de su historia, el nombre mismo de la región y de los pueblos no han recibido aún una explicación satisfactoria y completa.
Los cambios rápidos actuales en las condiciones de vida hacen sumamente urgente la tarea de fijar y recuperar las manifestaciones culturales del pa­sado que están en proceso de desaparición. La forma de cultura más radical, y al mismo tiempo más amenazada en la actualidad, está constituida por la lengua y la tradición oral que procede di­rectamente de ella. El romance argollano se carac­teriza por una gran riqueza lexical, fonética y sin­táctica y por notables variantes en los tres aspec­tos dentro de la misma región. La desaparición de los viejos instrumentos de trabajo y el cambio de las costumbres llevan consigo las palabras que de­signaban a unos y a otras y que solamente tienen sentido dentro de un determinado contexto cultu­ral. El único medio de fijación de todas estas for­mas lingüísticas consiste en la entrevista directa, con aquellas personas, cada día más escasas en número, que utilizan o conocen el vocabulario en que cobraron vida las tradiciones y leyendas res­pectivas. Los documentos escritos que han llegado hasta nosotros pueden prestar una ayuda subsidia­ria en algunas ocasiones, especialmente en el caso de las regulaciones y normas vigentes en la vida pública. Muchos documentos escritos de impor­tancia capital, sin embargo, han desaparecido y la mayoría de los que todavía existen ofrecen sola­mente la versión oficial de hechos e instituciones, que no reproduce necesariamente el sentimiento colectivo.
Una segunda forma de cultura, en que los cam­bios son externamente más apreciables, está dada en la esfera de los utensilios domésticos, instru­mentos de trabajo y medios de locomoción, ya se trate del objeto mismo de transporte o de las ru­tas a través de las cuales se realiza. Las viejas he­rramientas de labranza, los aparatos del ajuar de la casa y todo el instrumental de antiguos artesanos y caminantes han perdido su valor comercial de uso y consumo, y han adquirido a cambio, súbita­mente, un valor superior equiparable a piezas de museo, que son testimonios mudos de la historia. El aprecio de este valor requiere ciertamente algunas condiciones previas, que al igual que la cultura no están dadas por la naturaleza.
La primera condición es sin duda el deseo de saber cómo fue el pasado, por qué ocurrieron de­terminados acontecimientos, cuál es la relación entre este pasado real y el presente actual... Este deseo de saber se conoce desde tiempos remotos con el nombre de curiosidad intelectual, que a su vez es considerada como el origen de la sabiduría. La curiosidad intelectual, por su parte, es algo muy diferente de una mera especulación teórica carente de resultados positivos. El conocimiento integral del pasado en todas sus formas encierra la única posibilidad de apreciar justamente sus valores y de discernir sus vicios y sus virtudes. Tal vez por eso, los pueblos que no conocen su pasado es­tán condenados a recomenzarlo de nuevo y a re­petir eternamente los mismos errores.

Gabriel González Álvarez ( Escrito en el nº1 de la revista "Los Argüellos Leoneses". 1984)

27 julio 2009

Historia y leyenda.

El estudio de la historia no adquirió el rango de saber científico hasta una fecha relativamente re­ciente de la Edad Moderna y, después de lograda esta tardía adquisición, ha experimentado consi­derables modificaciones en su estructura, método y modo de realizarlo. Cuando parecía establecido firmemente que la historia era una ciencia, que el saber histórico proporcionaba un conocimiento digno de fiar, historiadores y hombres de ciencia en general comenzaron a cuestionarse varios pro­blemas, entre ellos dos especialmente graves: "qué es la historia y cómo se adquiere el conocimiento histórico". Ambas cuestiones están íntimamente relacionadas entre sí y la respuesta a una de ellas condiciona la respuesta a la otra. El mero hecho de que se hayan planteado y discutido revela, por otra parte, que existen modos diversos de enten­der la historia y asimismo de practicar la investiga­ción histórica.
Los historiadores están comúnmente de acuerdo en pensar que Clío, la musa de la historia, cesa en su actividad inspiradora fuera de los lími­tes de esa zona que denominamos genéricamente "pasado", tal vez para no entrar en conflicto con las musas del presente y del futuro. Pero aquí termina el consenso. Las opiniones se dividen in­mediatamente al cuestionarse ` qué dice Clío y có­mo lo dice, pues a diferencia de otras musas, está rodeada de oscuridad y de misterio.
Desde nuestra perspectiva actual, acusa cierta ingenuidad el modo de pensar de los primeros his­toriadores científicos del siglo XIX, según los cua­les la tarea del historiador consiste en reproducir y narrar el pasado tal y como fue. La tarea parece, a primera vista, relativamente sencilla, pues se tra­taría no más de hallar los documentos legados por el pasado y ponerlos ante los ojos de los presen­tes. Esta tarea, una vez iniciada, provoca una serie interminable de cuestiones, que se multiplican como las luces de los fuegos. artificiales lanzados en la oscuridad de la noche: Los documentos del pasado, en el supuesto de que existan todavía en su integridad, sonde naturaleza muy diversa. Po­demos encontrar documentos escritos, documen­tos instrumentales, construcciones, huellas físicas, vestidos, restos humanos... y documentos orales, que perviven todavía en forma de narraciones, transmitidas verbalmente de generación en genera­ción. La clasificación, valoración e interpretación de todo este legado documental del pasado plan­tea graves problemas, particularmente el problema básico del criterio elegido para llevar a cabo las ta­reas señaladas. Este criterio revela características eminentemente subjetivas y parece variar según las épocas y el historiador concreto. Existen evi­dentemente algunos datos que podemos conside­rar objetivos, como por ejemplo que la última guerra civil española comenzó el 18 de Julio de 1.936, o que Julio César fue asesinado en viernes. Estos datos y otros similares, una vez hallados y verificados, no permiten discusión alguna, y tam­poco ofrecen inspiración especial. Son hechos neutros e indiferentes, y en torno a ellos permane­cen intactas e irresueltas las grandes cuestiones sobre "por qué ocurrió, cómo fue de hecho, cuá­les fueron las causas concretas que lo motivaron, cuáles fueron o son las consecuencias para el futu­ro inmediato...", y así sucesivamente. Esta serie de preguntas, que podemos considerar como la estructura interna de la historia, son objeto de dis­cusión y divergencia entre los historiadores indefi­nidamente.
El objeto de la historia parece eludir hábilmen­te todo intento de captura y fijación, y tal vez por este motivo algunos historiadores contemporá­neos han preferido renunciar a esta tarea, afirman­do que los hechos de la historia no existen hasta que el historiador los ha creado,-o en una fórmula similar, que toda historia escrita es un acto de fe. El conocimiento del pasado se manifiesta así muy cercano al ejercicio de la fantasía creadora y arro­ja una luz difusa sobre la línea divisoria, aparente­mente tan clara, entre realidad e ilusión. No se trata, naturalmente, de restar valor a los docu­mentos escritos o de abogar por un escepticismo universal, sino más bien de establecer ciertas nor­mas de interpretación que permitan justamente fijar el valor de los testimonios transmitidos por los antepasados.
En una primera aproximación podemos afirmar que el acceso a la objetividad original está vedado para el historiador, o en otros términos, que esta supuesta objetividad original no existe realmente, puesto que los documentos originales son ya el producto de una percepción subjetiva. Los docu­mentos escritos revelan claramente el punto de vista de aquellos que los escribieron, diferentes se­gún la clase social, la intención perseguida, o en el caso concreto de la historia militar, la pertenencia al grupo de los vencedores o de los vencidos. En los documentos escritos resulta así a veces más instructivo aquello que no se escribió que lo que está materialmente escrito, si bien la dificultad obvia es cómo leer entre las líneas y cómo desci­frar las intenciones y propósitos preestablecidos de los escritores que narran los hechos para glori­ficar al triunfador y denigrar al adversario. En la historia escrita hay, pues, siempre una cara oculta, que se ilumina y oscurece de manera intermitente y cuya fisonomía específica está sometida a una fluidez permanente.
Si tenemos en cuenta este valor relativo y limi­tado de la historia escrita, podremos apreciar la importancia de las tradiciones o documentos ora­les, que con frecuencia se desechan con el marbe­te de "leyenda" o ficción, en contraposición a la llamada "historia real", que se hallaría fija y quieta en los escritos de los archivos, en espera de ser apresada por el historiador diligente. Es indudablemente cierto el viejo aforismo latino, según el cual las palabras vuelan y los escritos permanecen, y es también cierto el dicho cicero­niano de que la historia es la maestra de la vida. Sin embargo, los mismos escritos significan cosas diferentes para distintas personas, y desde el punto de vista de lo que la historia pueda enseñar, tanto los individuos como los pueblos están siempre dispuestos a recordar lo más conveniente y a olvidar las experiencias ingratas.
La tarea de escribir historia parece así una tarea interminable, constantemente repetida y corregi­da, una especie de terminar para volver a empezar.
Escrito por Gabriel González Álvarez en la revista "Los Argüellos leoneses" nº2. 1984

25 julio 2009

Adiós Gabriel, hasta siempre.


Gabriel González Alvarez, hijo que fue de Emilio y Guadalupe; hermano de Sofía, María, Sagrario y Jesús; esposo de Carol; padre de Emilio, Carol y Gabriela y muy querido amigo mío, habría cumplido 76 años el 15 de agosto si una lamentable enfermedad no se lo hubiese llevado ayer definitivamente.
Nacido en Valverde de Curueño, pronto dio muestras de una privilegiada inteligencia y como en aquellos años la única manera de explotar sus cualidades pasaba por ingresar en el Seminario, a temprana edad entró en él. Precoz en todo, cantó misa. Me conoció a mí mucho antes de que yo le conociera a él ya que a pocos días de mi nacimiento fue el encargado de bautizarme. Licenciado en Filosofía y letras por la Universidad de salamanca, concluyó su tesis doctoral en Munich. En el pueblo todos sabían que habría podido llegar a jefe supremo del Vaticano si se lo hubiera propuesto. Regresó a León y el obispo Almarcha le puso al frente de la parroquia de Santa Marina. Traía aires nuevos de Alemania a una ciudad rancia, atrasada, retrógrada y muy marcada por el concordato iglesia-estado que hacía vivir al espíritu santo en los gobiernos civil y militar. No le pareció bien al obispo que fuera de los primeros en quitarse la sotana y comenzó un sutil acoso ( me contó que en una ocasión le llamó al orden porque había iniciado la misa de las siete de la mañana con cinco minutos de retaso, con el consiguiente escándalo, a lo que él replicó que la primera parte de la premisa era cierta, pero no lo del escándalo, porque a aquellas horas, sólo las imágenes de los santos y él estaban en la iglesia, pero ni un solo feligrés). Cansado de tanta ignorancia e ignominia emigró a EE.UU. y en la Universidad de Raeligh ( Carolina del Norte) le acogieron como se merecía. Allí impartió clases, formó una familia, se hizo ciudadano americano y allí murió.
Iniciamos nuestra amistad allá por el año 1984, en su año sabático. Era prolífico en las virtudes, dulce en las palabras, modesto en sus actos, sociable con todos, alegre, sabio y muy preclaro en sus juicios.
En las largas conversaciones y veladas nocturnas me demostró que había alcanzado el imperio de la sabiduría no sólo por lo que aprendió con los libros sino también con la paciencia que tuvo con los necios. A lo largo de su vida, leyó mucho, oyó mucho, vio mucho, deseó mucho, alcanzó mucho, sufrió mucho y gozó mucho. Ahora que ya no está, nos toca recordarle mucho e imitarle siempre. Gracias Gabriel por tu amistad, por todo lo que me enseñaste y por los maravillosos ratos que pasamos juntos. Mi más sentido pésame y mi más sincero agradecimiento. Ha sido un honor conocerte y es de justicia llorarte y lamentar tu pérdida, no solo por los buenos que se van sino por los malos que se quedan.
( Próximamente subiré los dos artículos que publicó en la revista "Los Argüellos leoneses" en los tiempos en los que iniciabamos nuestra amistad y en los que me ayudó en todo lo que le pedí).

20 julio 2009

La muerte de una cámara.


Ocurrió casualmente hace cinco años; era el cumpleaños de mi hijo y se la regalé. Unos meses después, al ver que él no la usaba, la cogí bajo mi tutela e hice las primeras fotos. Quiso el destino que estuviera en la collada de Ubierzo, donde contemplaba un paisaje irrepetible. Navegando azarosamente por la red, descubrí los Blogs y, para probar de que iba eso, comencé por realizar éste, luego el de Valdepiélago y un poco más tarde el de Valverde de Curueño y el de Valdeteja. En estos cinco años me acompañó a todos los lugares, y levantó acta de todo lo que yo veía interesante. Estuvimos juntos a dieciséis grados bajo cero en alguna madrugada de cualquier frío invierno y a cuarenta grados sobre cero en esos días de verano en los que abandonábamos la montaña para ver lo que ocurría en el llano. No quedó ninguna estación del año, ni paisaje, ni paisanaje, ni animal salvaje, ni doméstico, ni tarea, ni herramienta, ni uso, ni costumbre de las que hay por esta montaña que no quedara reflejada en las treinta mil fotografías que llevó en su tarjeta.
Los cambios climáticos, el abusivo uso y el a veces trato inadecuado hicieron que su circuitos fueran desgastándose y ya en esta última temporada, noté que las cosas ya no iban como al principio: al objetivo le costaba salir y lo conseguía después de varios intentos, la pantalla se encendía a media luz, el zoom funcionaba una vez y luego demandaba “ apagar y volver a encender”. Ante señales tan evidentes de que la salud de mi querida cámara no estaba bien, la dejé reposar una larga temporada. Por eso y sin que suene a disculpa hace tiempo que no se actualizan los blogs de Valverde y Valdeteja y por esta misma razón, las fotos de las últimas entradas de este blog son del archivo de las treinta mil que antes os comenté. El reposo a esta cámara sólo le sirvió para demostrarle lo que era la situación contraria al movimiento. Un día le puse pilas nuevas y la encendí. En un desesperado intento por sobrevivir, se empeñó sin éxito en sacar el objetivo, pero ya no fue posible y se apagó para siempre. Sus circuitos, obturados por el polvo de la hierba, artríticos por las diversas humedades y febriles por las múltiples bacterias que los recorrían, dejaron de funcionar definitivamente. Ahora mi cámara descansa para siempre en un lugar privilegiado de uno de los cajones donde guardo aquello que servirá de estímulo para elicitar, al menos, treinta mil recuerdos. Gracias cámara Sony y hasta siempre.

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15 julio 2009

el sentido común.


Recurrir al sentido común como un don precioso del cielo, o como la posesión de un sentido recto que guía toda la razón es la mayor insensatez. Es preciso establecer con hechos, con pruebas y con razonamientos lo que se piensa y se dice, pero habitualmente se recurre al sentido común como a un oráculo cuando no se tiene ningún argumento sensato que aportar para justificarse. Cuando la sagacidad y la razón hacen falta, apelar al sentido común es una de las invenciones más sutiles de estos tiempos ( quizás de todos los tiempos) y, con esta táctica, el charlatán más superficial puede afrontar la lucha contra el sabio más eminente y mantenerle a raya; pero cuando se tiene un poco de sagacidad, se guarda uno muy mucho de echar mano de este recurso supremo; porque hablando claro, tal recurso no es otra cosa que un llamamiento al juicio de la multitud, de cuyos aplausos, el ilustrado ( aunque sea cazurro) se avergüenza por lo mismo que esa multitud eleva, triunfantes, a los astutos cortesanos de la popularidad (políticos, gente de la farándula, presentadores, deportistas..); porque el entendimiento “medio” puede tener algún éxito en la vida cotidiana y cuando se trata de juicios que encuentran su aplicación inmediata en la experiencia, pero comulga con ruedas de molino y se halla bajo el imperio de los errores cuando en las cuestiones que juzga o analiza es preciso razonar según ideas, conceptos, argumentos, silogismos… donde el sentido común no tiene, ni debe tener, voz ni voto.

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05 julio 2009

Visión de la gripe en 1837.

Faltaban 69 años para que se declarara la peor epidemia de gripe de la historia de la humanidad ( gripe española 1918) y el médico español Rafael de Caceres publicó este manual que resumía los conocimientos que de la gripe se tenían hasta entonces. Cometió el error de asegurar que no era contagiosa sino epidémica y los remedios que propone están en línea con las teorías hipocráticas de los humores y temperamentos, sin embargo, la información que proporcionó a sus conciudadanos, pudo ser de alguna utilidad. Como el escrito no tiene desperdicio, os lo posteo integramente.

CURACIÓN DEL GRIPPE,O CATARRO EPIDÉMICO.
PRECEDIDA
De su etimología, definición, y esencia: sus causas, síntomas y curso, duración, terminación y pronóstico.
SEGUIDA
de varios consejos preservativos, de cuya observancia pende el estar mas seguros de la influencia miasmática.
SE PRUEBA
que no es contagioso, sino epidémico.
PUESTA
al alcance de todos los habitantes y de todas las clases, para que puedan manejarse sin Médico hasta cierto punto.
POR
Dr. RAFAEL DE CACERES
Medico-Cirujano, individuo del ilustre colegio de Médicos de Madrid, licenciado en Cirugía-
Médica del colegio de san Carlos, miembro de varias sociedades Médico-quirúrgicas, operador
de cirugía y del arte de partear, y profesor de ambas facultades en la capital de la Provincia de Cáceres.
CÁCERES,1837 IMPRENTA DE D. LUCAS DE BURGOS

A DOÑA MARÍA CRISTINA DE BORBON, REINA GOBERNADORA DE ESPAÑA.
SEÑORA:

Penetrado del maternal desvelo conque V. M. se aflige en las desgracias de vuestros hijos mis conciudadanos, me atrevo á consagraros estas observaciones, que tienen por objeto aliviarlos del miasma epidémico que por todas partes los aqueja- Dignaos aceptarlas, con el Profundo respecto é intima adhesión de vuestro subdito y Médico
Q. B. L. R. P. De V. M.
Rafael de Cáceres

AVISO AL PUBLICO.
El Catarro epidémico, es llamado Grippe del verbo francés Gripper, que significa agarrar, Pillar con sutileza .De aquí hemos adoptado el sustantivo grippe, para expresar, ó ya el modo sutil con que invade el Catarro cuando menos lo esperan los pacientes, ó ya por la parte que afecta en la garganta, á donde especialmente se agarra. Así se dice bien en español, el constipado se le agarró á la garganta.
Por tanto, decir que uno padece el Grippe, es decir que tiene un Catarro agarrado a la garganta.
Esta enfermedad es tan antigua como el mundo, propia de lodos los países, y solo subordinada á la diferencia de la temperatura y las cualidades atmosféricas de que exclusivamente depende. Es de observación constante que aparece con un carácter particular, en los equinoccios, especialmente cuando á estos han precedido constituciones atmosféricas, frías y húmedas, o frías y secas con alguna duración, o cuando estas gradaciones se suceden con mucha rapidez
pasando de un extremo á otro, sin aquella lentitud regularizada que nos hace susceptibles
de todas las impresiones por distantes y opuestas que sean con tal que marchamos a ellas por grados sucesivos. Mas esta docilidad del organismo animal que por medios suaves hace al hombre cosmopolita o habitador de lodos los climas y países del mundo, desaparece enteramente cuando un agente violento viene á perturbar repentinamente la ley de regularidad y armonía que encadena y sostiene las funciones vitales, conduciéndolas a la duración y a la estabilidad.
Violentum naturae inimicum, y este es el gran misterio que debe penetrar la Medicina para explicar los fenómenos extraordinarios que traen consigo las Epidemias y las Endemias, si se ha de oponer con fruto á sus estragos, si pretende arrancar víctimas á su mortífera influencia, y si ha de dictar á los hombres los medios que ha descubierto la prudencia humana para libertarse de ellas. Empresa es difícultosísima y que de ninguna manera acusa la impotencia del arte, pues que no está en su poder estorbar las grandes combinaciones físicas y químicas que se verifican en el inmenso espacio de la naturaleza, y que invirtiendo momentáneamente sus leyes eternas, producen resultados que unas veces favorecen y otras perjudican infinitamente á la existencia de los mortales. Estas dificultades son mayores en los principios de las epidemias, y ya dijo, un sabio Médico que en semejantes ocasiones y fatalidades, siempre es el Médico, nuevo. El modo imprevisto y sorprendente con que ataca la enfermedad, la variedad de sus síntomas en la diversidad de sexos, edades y temperamentos, la reasunción de todas las enfermedades estaciónales que parecen eclipsadas ó abolidas, la diferencia de resultados y terminaciones, la oposición diametral de métodos curativos conque á la vez se salvan y perecen los enfermos, todas estas circunstancias aturden y paralizan al práctico en los primeros momentos, anonadan é inutilizan el arsenal de sus medios terapéuticos, basta que vuelto sobre sí, se lanza con arrojo, observa con serenidad, y pronto comienza á levantar diques en que se estrellan los tiros mortíferos de una epidemia que siempre amenaza con malignidad. Tal hemos visto con el terrible azote del cólera, que aun lleva su devastación por diversas regiones de Europa, á pesar de que la, Medicina y los magistrados, han logrado en parte, desorganizar su causa eficiente, y por lo menos limitar el círculo de sus incursiones.
Afortunadamente el Catarro epidémico que se acaba de presentar en nuestro hemisferio aunque se anuncia con síntomas alarmantes, carece de cualidades letíferas, Cuando no se desprecia y es tratado convenientemente. Los profesores de la ciencia Médica le estudian, con intensa sagacidad y acechan con vigilancia el rumbo que pueda emprender por si se presenta insidiosamente, y como , precursor de mayores calamidades. Tranquilícese pues el Pueblo Estremeño supuesto que la enfermedad es en el día de benignidad y que los Médicos se hallan ya en los puestos avanzados para rechazar los ataques, si por desgracia se llegase á malignizar.
A fin de que el público pueda conocer este Catarro, y distinguirle de los producidos por los constipados comunes, le presentamos el resultado de nuestras observaciones en infinitos enfermos que hemos visitado, comparando al mismo tiempo cuanto han dicho los periódicos y corporaciones Con este objeto manifestaremos su esencia y definición, causas que le producen, síntomas con que se presenta, curso que sigue hasta su terminación, pronóstico que debe esperarse, y últimamente expondremos los métodos curativos que nos han dado los mas felices resultados, sin que hayamos perdido mas qué Una Niña de pocos meses) y un anciano de 68 años; terminando el todo con varios consejos preservativos, de cuya observancia pende el estar mas seguros del miasma epidémico.
Definición y esencia.
El Grippe es el mas grave de todos los constipados, y consiste en una fiebre catarral que se propaga epidémicamente con tendencia á la malignidad.
Causas
Las causas del Grippe ó Catarro epidémico» son desconocidas á priori pero no sé puede
dudar que sea producido por un agente específico que trastorna violenta y repentinamente
las funciones vitales. Se Conjetura que dicho agente reside en las cualidades viciadas del aire atmosférico que respiramos .Tal vez será el calórico concentrado, acaso la electricidad
acumulada en los diferentes centros nerviosos y acaso un miasma sui generís; pero indudablemente deletéreo y depresor de la potencia nerviosa. Los aires frios y secos que han denominado en este Invierno especialmente desde el principio de Marzo, han predispuesto el sistema nervioso aumentando su excitabilidad, han promovido la cohesión de los líquidos y la contractilidad de la libra carnosa, preparando asi elcamino al agente miasmático.
Síntomas y curso.
El Grippe ó Catarro se manifiesta mas comúnmente por un cansancio general, escalofríos,
pesadez, aturdimiento y calor nervioso en la cabeza, dolor en el pecho con dificultad de respirar, sequedad y constricción en las fauces y garganta, debilidad de estómago con sensación gravativa, náuseas y vómitos repentinos, retortijones de vientre con cámaras negras en pocos y precedidas de lipotimias, estreñimiento en la mayor parte, dolores contusivos en los muslos y cuerpo, calambres en los extremos inferiores y dedos de las manos, hemorragias nasales en los temperamentos sanguíneos, esputos sanguinolentos, pulso duro y frecuente, lagrimeo y coriza de humor irritante, inapetencia en los principios, sed casi nula, lengua rubicunda en los bordes y punta, con saburra blanca y amarillenta en el centro en otras seca y árida en su parte media, calentura que se exacerba al anochecer ó por la tarde.
Analizando estos síntomas que muchas veces se presentan tumultuariamente en los diferentes sujetos, hemos llegado á penetrar con evidencia que el agente productor, obra inmediatamente sobre el sistema nervioso, y que la impresión de este, se transmite al muscular, sanguíneo, y vascular, obrando en cada uno según las disposiciones individuales, según el temperamento del sujeto que coge, y según la mayor ó menor exposición á las causas que le provocan.
De aqui deducimos tres modos especiales de invadir el Grippe, muscular nervioso y vascular. En el primero, ó muscular que es el mas benigno, se advierte el cansancio general, la pereza y disgusto para los movimientos, los dolores en los muslos y tronco, la frialdad en los extremos, escalofríos, horripilaciones y fiebre menos graduada. En el segundo ó nervioso, que es el susceptible de mas peligro en los primeros momentos de su invasión, preponderan los síntomas que se llaman de malignidad, tales son el aturdimiento y sopor iniciado en la cabeza, la dificultad espasmódica de resperar en el pecho, con tos seca y pertinaz las náuseas y conatos al vómito, los cursos repentinos y negruzcos ó atrabiliarios, la ansiedad en el estómago, la paralización en el tronco, muslos y articulaciones, los calambres en las piernas y manos, con reacción febril que todo lo alivia, verificándose el aforismo de Hipócrates melius est febrem convulsioni supervenire, quam convulsionem febri.
En el tercero ó vascular sobresale la ruhicundez del semblante, el calor sofocativo, las hemorragias nasales y esputos sanguino» lentos, con fiebre inflamatoria.
Con relación á estos tres sistemas invadidos, estableceremos tres métodos curativos, sin perjuicio de obrar sintomáticamente conforme á la importancia del síntoma mas vigente, y partiendo del principio de que la enfermedad es esencial y radicalmente nerviosa, ó lo que es lo mismo el miasma productor obra primitivamente sobre el sistema nervioso. Ésta marcha es tumultuosa en su invasión, hasta que la naturaleza, el método y las medicinas van regularizándola, y entonces ya se vé con mas distinción sobre cual de los tres sistemas se hace el decúbito.
Duración.
E1 término que recorre el Grippe es por punto general de cinco á doce días, destinados los primeros á la exacerbación y los siete últimos á la remisión graduada de todos los síntomas, siendo indefinida la convalecencia en que permanecen la tos y la flojedad.
Terminación.
Esta enfermedad termina por resolución nerviosa, por sudores abundantes y félidos, orinas copiosas, unas veces claras y otras espesas y que puestas en quietud se corrompen y exhalan mal olor, expectoración mucosa, y en algunos enfermos por cursos de materiales biliosos.
Pronóstico.
El pronóstico es en el día de poca gravedad; pero no puede mirarse con desprecio antes bien deben tomarse todas las precauciones, acudir desde el principio al facultativo para no invertir el método curativo que corresponde á cada uno de los tres grupos que hemos presentado, y porque al fin tiene tendencia a la malignidad. Puede complicarse con las enfermedades crónicas y
habituales, con: los tifos y toda clase de enfermedades malignas y entonces el éxito se hacía mas dudoso.
Método curativo.
Toda la dificultad consiste para asegurar el resultado, en conocer sobre que sistema se puede fijar la enfermedad, á fin de acomodar el plan curativo, según que padezca el sistema muscular, el nervioso, ó el vascular.
Como el agente miasmático obra primitivamente sobre los nervios según hemos establecido, en los primeros momentos es preciso hacer la cura coacta, que consiste en excitar las propiedades vitales; y aunque el ataque sea solo al sistema locomotor ó muscular que como hemos dicho es el mas benigno, es necesario que el enfermo se meta en cama bien abrigado, que se le den pedilubios calientes, bebidas teiformes, de malvas, violetas, amapolas, horchatas ó naranjadas,
y esto basta muchas veces para promover una fiebre efémera, y con ella un sudor abundante que termina la enfermedad, sin que hasta este punto sea el Médico de absoluta necesidad.
Pero si el agente morbifico se fijare mas profundamente sobre el sistema nervioso, ya no puede manejarse por si el enfermo, y es preciso continuar y añadir á los medios indicados, los linimentos excitantes y anti-espasmódicos, las pociones restaurantes y anti-histéricas, las fricciones y sinapismos, y un alimento ligeramente reparador, todo con proporción á la congestión nerviosa que se acumula en los centros, y que desaparece por medio de la reacción febril, á que sigue la disposición al sudor. Si la lesión se limita á este sistema, la continuación metódica de los mismos auxilios, termina la enfermedad en el periodo de cuatro o cinco días, quedando la flojedad y la tos mas ó menos seca que se calma con una cantidad de jarabe de althea y meconio, dos píldoras cinoglosas etc.
Mas cuando el sujeto es joven, robusto y de un temperamento sanguíneo, la reacción se apodera del sistema vascular, y entonces el calor general, la rubicundez del semblante, la expulsión sanguinolenta, los dolores del pecho y garganta, imponen la necesidad de hacer evacuaciones sanguíneas; pero con la previsión de que el mal es nervioso en su esencia, y solo se ha de sacar la sangre que baste para disminuir las masas, aumentando de este modo la potencia del corazón á fin de que estando el círculo general mas expedito, se establezca la transpiración, venga la cocción de la materia catarral, y termine por sudor y expectoración abundante. Este periodo es mas prolongado, y es preciso auxiliarle con los cocimientos emolientes, jarabes pectorales, dieta mas tenue, quietud y tranquilidad. Se evitarán en lodo caso las sanguijuelas por su pesadez, y porque el desabrigo se opone á la transpiración que siempre y en todas ocasiones es la evacuación mas critica que puede acabar con este mal. Las pulmonías y pleuresías, las supuraciones pulmonares, las fusiones tuberculosas, las disposiciones á la tisis y las fiebres tifoideas, todas estas terminaciones respetables se pueden verificar y acelerar, mientras el mal permanece en este grupo que liemos llamado vascular.
Estos son los tres registros generales que debe tener en su mano el facultativo, dejando á su inteligencia la combinación de los métodos curativos, según se combinen entre si los síntomas que corresponden á los tres sistemas muscular, nervioso y vascular, y corrigiendo momentáneamente el que mas urgencia presentare. Así es, que si la astricción de vientre fuere tenaz como lo es efectivamente por cierto grado de paralización intestinal, convendrá promover evacuaciones ventrales con la poción laxante, Í mejor con la anti-cólica de la farmacopea hispana. Si hubiere un fuerte espasmo nervioso en el pecho, ó la tos fuere seca, molesta y duradera, el jarabe de althéa y una tercera parte del meconio á cucharadas, aliviará sin falta, y lo mismo decimos de cualquiera otro síntoma que presentare gran intensidad, pues no es posible descender á todas las fases, particularidades y modificaciones que pueden ocurrir en la multitud
de enfermos que ataca la epidemia.
Consejos preservativos.
El poco peligro que trae consigo el Grippe, según se presenta en el dia, debe tranquilizar los espíritus, y no hay que pensar en él sino para ejecutar las precauciones que racionalmente pueden librarnos de su influjo. Cuanto menos miedo, hay menos riesgo; y como la tranquilidad del ánimo es gran preservativo, se necesita evitar lodo lo que pueda ocasionar emociones violentas, tales como la cólera, el terror y los placeres demasiado vivos. ¿Conviene retirarse de la atmósfera en que reina la epidemia ? Ya estamos naturalmente en la cuestión de si el Grippe es ó no contagioso.
Hasta estos últimos tiempos la opinión general de los Médicos ha sido que el catarro epidémico, el cólera, la fiebre amarilla, el tifo y la peste, no eran mas que grados de un mismo principio contagioso que se propagaba por la comunicación inmediata de un individuo enfermo con otro sano, ó con los objetos y muebles de que bacía uso; de aquí los consejos dados á los gobiernos para las grandes medidas sanitarias. No obstante es de la mayor importancia diferenciar las enfermedades contagiosas, de las que son puramente epidémicas. Hofman que describió muchas fiebres catarrales de las que se padecieron en su país por los años de728, 29 y 30, no se detiene en asegurar que el Catarro es frecuentemente contagioso. Cullen es de la misma opinión, y distingue oportunamente el Catarro común ó esporádico procedente del frió, del Catarro que es efecto de un contagio particular, el cual empieza con una horripilación mas fuerte que la del primero, y cuyos síntomas febriles se manifiestan mas pronto y llegan á un grado mas considerable como sucede en el Grippe. En el día se sabe que solo la peste se comunica por el simple contacto, y para ello se necesitan ciertas predisposiciones, por lo cual se dice que ni aun la peste es esencialmente contagiosa. Pero en cuanto al Grippe, la fiebre amarilla, el tifo y el cólera, nadie duda que son enfermedades epidémicas, exentas de todo contagio, y que las revoluciones y alteraciones atmosféricas, cambiando el modo de ser de los cuerpos, disponen á las afecciones epidémicas, tales como el catarro que nos ocupa, las viruelas, el sarampión y la escarlatina.
Es cierto que el Grippe como todas las enfermedades epidémicas ataca sobre todo á los que son miembros de una misma familia, y á los habitantes de un mismo pueblo; pero esto consiste en que todos se hallan expuestos y bajo las mismas influencias atmosféricas. Los principios morbíficos del Grippe están sin duda como suspendidos en el aire que los transmite sin interrupción, y los vientos facilitan su propagación; pero son precisas ciertas predisposiciones
individuales, porque vemos que son ataca, das personas que se cuidan y viven con arreglo,
mientras los Médicos y muchos asistentes que están pulsando y tocando el sudor de los enfermos, no son acometidos sino muy accidentalmente, de donde se colige con evidencia que el Grippe no es contagioso, y sí solo epidémico.
Para esta menos expuestos á su influjo, se necesita evitar las causas de los Catarros comunes ó esporádicos, lo cual se consigue abrigándose mejor que si estuviéramos en Diciembre, levantándose tarde y sin interrumpir el sudor si le hubiere por la mañana, no permanecer en las calles y plazas sin necesidad, no pasar repentinamente del calor al frió, no trasnochar ni caminar de noche durante el Grippe , no entregarse á ocupaciones mentales que necesiten mucha
meditación, para no enervar la firmeza del sensorio y masa cerebral, no abusar del vino y licores por no incendiar y aturdiría cabeza, ser parcos en los placeres del amor, por no debilitar los nervios y fatigar los músculos del tronco y extremidades, ser muy sobrios en toda clase de alimentos, evitar y transigir las etiquetas y disensiones domésticas, tener un humor alegre, y buscarla sociedad distraída y agradable. No tenemos duda que la adopción de nuestro método y consejo, aprovechará infinito á todas las clases, al paso que su desprecio perjudicará indiferentemente á todas las edades.
Cáceres 10 de Abril de 1837.

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