el cazurro ilustrado

10 octubre 2012

¿Se puede ser germanófilo?


Luis Araquistain (1886-1959) fue periodista, ideólogo y político socialista español, ardoroso defensor de España y de la hispanidad. El 14 de enero de 1915 publicó en El Liberal, diario matutino  de Madrid, un artículo titulado ¿Se puede ser germanófilo? Del que entresaco algunos párrafos para que veáis que ya  a principios del Siglo XX, los germanos generaban en los latinos sentimientos no del todo positivos y es que si sustituimos “Hohenzollernismo” por “Merkelismo”, “carlista” por “pepero”, “liberalismo” por “socialismo”, comprobaremos  que pocas cosas han cambiado. Recordad el post  “Monoscatólicos VS chimpancés protestantes” y lo entenderéis mejor



“Un latino no puede ser germanófilo más que por una ignorancia absoluta de Alemania.
El conservadurismo de un español, por ejemplo, aunque sea un carlista, quintaesenciando la idea conservadora, es en el fondo un liberalismo limitado: quiere un régimen de autoridad, de fuerza, pero sólo en la esperanza de que en un régimen así, él, el conservador y los suyos, aunque los otros estén más sujetos, serán más libres. Es, pues, un conservadurismo oligárquico.
Pero el régimen alemán no es ni conservador ni liberal; no es una fluctuación constante de la libertad, sino la negación absoluta de la libertad; no es un régimen de oligarquías, sino el régimen de un déspota, que está por encima de todos y de todo. En el fondo del carlismo, como del republicanismo, no hay más que una querella oligárquica. Pero el germanismo, o, mejor dicho, el «hohenzollernismo», es el régimen de una casa gobernante hereditaria que no admite ninguna limitación a su soberanía. Consiente que sus súbditos se entretengan en toda clase de fabricaciones sociales; pero ella guarda la llave de todas.
En el régimen político de Alemania, cada individuo es una simple tuerca, algo mecánico, desprovisto de personalidad. Y eso es lo que un latino no puede ser. Sean cuales fueren sus ideas políticas, la esencia de ellas es siempre el liberalismo: limitado para sí y para los suyos, si no lo anima la generosidad; absoluto, para todos por igual, si no le mueve el egoísmo. Pero su espíritu busca siempre la libertad.
El más fanático de los católicos españoles estará siempre más cerca del más fanático de los ateos franceses que de un católico prusiano. En toda Europa, fuera de Alemania, se lucha por diferentes formas y grados de libertad, pero siempre por la libertad. Sólo en Alemania se lucha por diversas formas y grados de esclavitud, pero siempre por la esclavitud.”

Londres, Enero 1915.

02 octubre 2012

Clase dirigente/clase dirigida.


En agradecimiento a las múltiples y diversas felicitaciones que recibí por mi cincuenta y dos cumpleaños, os contaré que si  yo perteneciera a la clase dirigente o fuese secuaz de Merkel o Rajoy  y me preguntaseis  qué es ser  “joven”, y qué es ser “viejo”; teniendo en cuenta que el 29 de Septiembre de este año cumplí 52, es joven todo el que tenga menos de 52  y viejo el que tenga más. Y cuando  cumpla  sesenta, serán jóvenes los que tengan menos de sesenta y viejos los que pasen de esa edad. Está claro ¿No?. Lo mismo ocurriría si manteniendo el hipotético caso de que  siguiera perteneciendo a la clase dirigente me preguntarais  por la diferencia que  existe  entre opinión y conocimiento: os contestaría  que los conocimientos en vosotros  no son más que opiniones  y que mis opiniones  son conocimientos. Conocimiento sería lo que yo pienso y opinión los que vosotros pensáis. Afortunadamente, pertenezco a la clase dirigida y detesto la mediocridad intelectual y el talante cavernícola  de muchos de los miembros de la clase dirigente, a los que el bien común  y la “felicidad” de los ciudadanos (que ya  eran los únicos fines del poder según Aristóteles) les da risa  y con la ideología cutre y ramplona  “neocon” quieren acabar con todas las ilusiones de la gente.