el cazurro ilustrado

11 febrero 2018

Antruejos.....

Hay quien atribuye el origen del   carnaval  a las fiestas que los romanos celebran  en honor a Lupercio , (Lupercalias,)  un dios relacionado con el lobo  y con el dios Fauno . Los  sacerdotes  mataban  un macho cabrío y los asistentes,  con la sangre del chivo,  se untaban la frente y luego cortaban la piel a tiras con las que hacían látigos. Después,  vestidos con pieles del chivo, iban  por las calles de Roma y golpeaban a cuantos encontraban a su paso. Las mujeres sin hijos acudían gustosas a estas fiestas con el deseo de ser azotadas, creyendo que de esta manera conseguirían la deseada fertilidad.
En la montaña leonesa a lo que los romanos llamaban lupercalias  y  en otros sitios carnaval, lo llamaban  antruejo o  antruido, lo que viene a demostrar que el origen del nombre  ya estaba  cristianizado y alude a la  “entrada” en la cuaresma (Introitus en latín)
  Las lupercalias, el carnaval o el antruejo ponían de manifiesto la  contradicción entre  la vida cotidiana y su reverso en la que por tres días todo estaba permitido,  lo que  yo viví  en los pueblos consistía  en que los jóvenes con la cara  “tiznada” iban por las casas de los vecinos pidiendo “los torreznos”.
Me contaron/cantaron  la canción que cantaban de puerta en puerta:
-Estas puertas son de pino y los quicios de nogal
La señora que está dentro buen  torrezno nos va a dar.
 Cuando se abría la puerta continuaban:
-Denos  señora un torrezno o dinero para vino
Que se nos hace de noche para andar nuestro camino.
Si la gente de la casa mostraba voluntad de dar algo, cantaban:
-Tenga cuidado  señora, no se le escape el cuchillo
Que se va a cortar  un dedo y la riñe su marido.
Cuando recibían la donación (tocino, chorizo, huevos o dinero) decían.
-Dios se lo pague señora que nosotros no podemos
Somos unos pastorcitos que no tenemos dineros.
Pero si en alguna casa  se negaban a darles algo, cantaban:
-La porreta de tía  que no nos quiso dar nada
Trae las  cascarras al culo y la  camisa cagada.

Al anochecer, mozas y mozos se reunían   en una casa para consumir el botín  conseguido y  a la  luz de los aguzos, entre los vapores etílicos y  el cóctel hormonal que recorría sus  venas, probablemente  comenzaran Lupercalias,  Saturnalias y Bacanales a la vez.