el cazurro ilustrado

28 febrero 2009

Orientación, antiguedad y posmodernidad.

El neo conservadurismo ha hecho buenas migas con el postmodernismo y de esta interacción entre ambos se ha derivado la regla que no hay en este mundo cosa más cierta que todas las cosas son inciertas. Aplicando, pues, esta regla a la tarea de orientar a padres y alumnos, puede ser gran temeridad, aconsejar a nadie que profundice en las ciencias, se de a las letras, entre en el ejército, se haga sacerdote ahora que de nuevo España es tierra de Misión, aprenda tal o cual oficio o se meta en política; porque nadie se ha de atar a lo que otro le dice, sino mirar la inclinación que tiene.
Licurgo, entre las leyes que dio a los lacedemonios, estableció que los padres ofreciesen a sus hijos un oficio una vez cumplidos los catorce años, no el que ellos quisiesen, sino aquellos a que los hijos se inclinasen. Después que uno hubiese elegido manera de vivir, podía su amigo avisarle cómo se había de gobernar en ella; porque podía ocurrir que acertara en el oficio que eligiera y después errara en todo lo que en él hiciera.
Así pues, hay una distancia considerable entre lo que podemos aconsejar a un alumno y lo que a él le conviene hacer y si sigue nuestros consejos y se equivoca, se quejará más de lo que entonces le aconsejamos que no de lo que después padezca.

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13 febrero 2009

Gracias, Raquel.


Raquel González Llamazares dejó ayer la administración del colegio “La Asunción” de León. La conocí antes de que yo entrara a formar parte de esta gran comunidad educativa y por las contingencias de la vida, fuimos compañeros durante casi diecinueve años en los que nos demostró que sus bienes eran nuestros y nuestros males eran suyos. Me enseñó varias reglas de vida con validez universal. Siempre recordó los beneficios que había recibido y trabajó para olvidar las injurias que le habían hecho; tuvo en gran estima lo poco suyo y en poco lo mucho ajeno, se mostró grave con los adultos y comunicativa con los niños; las graves pérdidas por la mala fortuna las tuvo en poco y las pequeñas de su honra las estimó siempre en mucho; nunca aventuró muchas cosas por alcanzar una sola, ni aventuró una cosa cierta por alcanzar muchas dudosas y tuvo a todos por amigos y se guardó de tener a alguno por enemigo.
Inicia en breve su segunda aventura africana en Costa de Marfil para trabajar desinteresadamente en otro colegio de La Asunción; tu presencia allí se notará tanto como tu ausencia aquí, pero el “gran continente olvidado” dejará de serlo porque nos va a ser imposible olvidarte . Gracias Raquel por tu amistad.

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08 febrero 2009

Berlusconi, Eluana y los clásicos.


Se asemeja Berlusconi a Calígula, aquel otro cruel emperador romano que quería hacer saborear la muerte a sus prisioneros y cuando alguno de ellos se suicidaba en la prisión, decía: “este se me escapó”. Para decirlo en palabras de Lucano : “y aquel cuerpo tan cruelmente lacerado no acababa de recibir el golpe de gracia, sino que con crueldad infame se le procuraba alargar la vida para prolongar más el martirio”.
Pero debería saber Berlusconi que en su propia tradición hubo otros, más sublimes que Calígula, capaces de dar respuestas más sensatas ante cuestiones similares a las que plantea el caso de Eluana Englaro; así, Horacio dijo: “Salvar a quien no lo desea es lo mismo que matarle"; Cierón escribió: “Morir no quiero, mas estar muerto ya no me importa”; Plinio dejó dicho: “No es tan grande la relación entre los hombres y el cielo, que por nuestra muerte pueda modificarse el brillo de los astros.”
Pomponio, estando enfermo, llamó a sus familiares y amigos y les dijo que como estaba convencido de que nada ganaba queriendo curarse, y que cuanto hacía para prolongar su vida prolongaba también y aumentaba su dolor, había resuelto poner fin al uno y a la otra, rogándoles que aprobaran su deliberación, o cuando menos que no perdieran el tiempo oponiéndose a ella. Pero como determinara acabar dejándose morir de hambre, en vez de perecer, sanó súbita y casualmente: el remedio de que echara mano para destruirse le procuró la salud. Contentos por tan fausto desenlace los médicos y sus amigos festejaron acontecimiento tan dichoso, pero se engañaron de verdad, porque no les fue posible hacerle cambiar de decisión. Para mantenerse firme en ella alegaba Pomponio que un día u otro había de dar el mismo paso, y que puesto que ya estaba empezado quería evitarse el trabajo de comenzar nuevamente en otra ocasión.
Mejor sería que Berlusconi abandonara el modelo de Calígula y abrazara el de los clásicos latinos como Cicerón, Séneca o Lucano.

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