el cazurro ilustrado

29 septiembre 2008

¡Socorro!.

Ajenos viven en las ciudades a los males que nos amenazan en los pueblos; indiferentes o inmisericordes parecen los políticos a las enfermedades que nos acechan. De vez en cuando algún titular de los medios de comunicación hacen referencia a la lengua azul, o a las encefalopatías espongiformes transmisibles (EET), o a la influenza aviar en aves domésticas y silvestres, pero nada se habla de la enfermedad de Aujezsky; ni de la hipodermosis bovina; ni de la enfermedad de Maedi-Visna, por no hablar de tuberculosis caprina; de paratuberculosis, de leptospirosis, de fasciolosis, de IBR y BVD en bovinos; de toxoplasmosis, de brucelosis bovina, caprina y ovina; o de peste porcina clásica, de peste porcina africana, de fiebre aftosa o de enfermedad vesicular porcina, o de hipodermosis en bovinos y venados o de perineumonía bovina o de enfermedad de Lyme en venados y gamos.
Decía el bisabuelo que de ninguna manera querría él ser burro en Acisa o ratón en San Pedro. Acisa y San Pedro son dos pueblos de las Arrimadas y por lo que decía, los burros trabajaban en exceso transportando la pera de invierno que abunda por esos lares y los ratones apenas tenían qué comer a juzgar por la pobreza de sus tierras. A mí tampoco me gustaría ser cualquier animal en la montaña, porque si ya teníamos bastante con las políticas de la Unión Europea ahora se desencadenan todo tipo de epidemias para darnos el remate final.

26 septiembre 2008

Cataclismo planetario.

Dice Stephen Hawking, científico en silla de ruedas a causa de la esclerosis, que antes de cien años habrá cataclismo planetario. Esta afirmación puede ser tan cierta o tan incierta como su contraria ya que ni el futuro está predeterminado (lo que haría inútil la acción del hombre) ni el porvenir es del todo caótico (lo que haría imposible la actuación humana). Entre la predeterminación y el caos existe un margen para la acción humana que supone riesgos y también oportunidades. Jugar, desde una posición “científica”, a la adivinación catastrofista, no sé si es un síntoma de las esclerosis avanzadas, pero si es un indicio de que la supuesta ciencia de Stephen Hawking hace aguas; a no ser que se refiera al cataclismo individual que, previsiblemente, antes de cien años habremos de sufrir quienes ahora somos capaces de leer esto. Por decirlo de otra manera, cada día miles de personas sufren un cataclismo, sus vidas se quiebran, sus cuerpos se enfrían y corrompen y lo que era posibilidad de acción pasa a ser obligada desaparición. Ante estos presagios nefastos, conviene recordar a Martin luther King: “Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol."

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24 septiembre 2008

Avispas......

La cintura de la avispa sirve como modelo y metáfora del cuerpo atractivo de la mujer. La casa donde vive la avispa –el avispero- es sinónimo de lugar complicado, enredado, peligroso y fatídico. Avispado es el muy vivo, despierto, espabilado, listo y “quizás” también inteligente. El saber popular coloca el origen de las avispas en el mismísimo demonio: "Si Dios hizo la abeja, hizo la avispa el diablo". Sirve la avispa en la montaña, además, para el presagio y conocimiento del tiempo que hará en el futuro: ”año de avispas, año de nieve y ventiscas”. No recurre el montañés a adivinos, astrólogos, quiromantes o brujos, sino que en su afán de averiguar el tiempo que está por venir, aún sin crearse vanos sueños sobre el futuro, deduce que si hay muchas avispas no dejará de haber mucha nieve y muchas ventiscas. Curiosamente y por si el pronóstico con las avispas falla, se sirve de otros elementos para pronosticar algo que ocurrirá irremediablemente sin necesidad de pronóstico: si no hay avispas, pero hay bellotas, habrá nieve y lo mismo ocurrirá sin necesidad de avispas ni bellotas, pero con sobre abundancia de avellanas, o moras, o hierba.......
Sabia decisión la de hacer contingente cualquier cosa a lo necesario. Así no se equivocan nunca.

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20 septiembre 2008

Día del Alzheimer.

Ya los clásicos se dieron cuenta que desde el mismo momento en que nacemos, comenzamos a morir. Hubo quien defendió que, ante la muerte de una persona, más que preguntar “¿cuántos años vivió?” mejor era interrogar sobre “¿cuántos años tardó en morirse?”. En este continuo “ir viviendo, ir muriendo” cada vez más duradero, no es de extrañar que aparezcan deterioros significativos en los organismos. La enfermedad de Alzheimer es uno de los más frecuentes: el ánimo se altera; las conductas de hacen imprevisibles; los recuerdos se diluyen; el tiempo y el espacio se tornan caóticos, la fluidez lingüística se espesa; los músculos se deterioran; la movilidad se reduce y lo que era una vida independiente y autónoma se convierte en su contraria. Pueden los diversos tratamientos retrasar el deterioro, pero al final del proceso acaba por fallecer la persona, aunque siga viviendo (quizás vegetando) el individuo.
Mañana se celebra el día mundial de esta catastrófica enfermedad, bajo el lema “Un reto compartido” ya que no afecta solo a las personas que la padecen sino que atañe a todos los que viven con el enfermo. Contribuir a mejorar la calidad de vida de la persona que padece esta cruda enfermedad es el objetivo. Para lograrlo se necesitan más medios, más recursos, más investigación y, por supuesto, más compresión y consuelo: morir con Alzheimer supone, en la mayoría de los casos, haber llegado a la senectud y no deja de ser un privilegio que la vida llegue a edades avanzadas, después de haber escapado de la muerte en muchas ocasiones, con la que otros muchos tropezaron, sin poder llegar a viejos. No está de más reconocer la fortuna de durar largo tiempo, hasta que, como decía Lucrecio, “el esfuerzo poderoso de los años ha encorvado los cuerpos y gastado los resortes de una máquina agotada, el juicio vacila, el espíritu se obscurece y la lengua tartamudea.”

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17 septiembre 2008

Montañas anegadas.


Múltiples y diversos son los apetitos y las condiciones de los humanos, variados son también sus entornos y diferentes sus contingencias. Unos huyen de la tierra y se regodean en el agua de la costa; otros, espantados del agua se aferran a la tierra, aunque sea desértica. Algunos de los que les tocó en suerte vivir en las tierras del interior tuvieron que abandonar su hábitat natural porque a alguien se le ocurrió romper el curso normal de los acontecimientos y decidió inundar los valles y anegar las tierras, cubriendo con agua lo que antes era tierra firme y seca. Cuando a septiembre le da por secar las fuentes, huyen las aguas hacia el mar y pueden retornar los expulsados a ver, al menos, los indicios de sus orígenes. Y es que los montañeses, se lamentan de vivir lejos de las montañas cuando podrían vivir en ellas.

12 septiembre 2008

Cultura popular antidepresiva.

El otro día, con motivo de las fiestas de Valverde de Curueño, la comisión de fiestas tuvo la deferencia de invitarnos a un “vino español” a la salida de misa. Para ello habilitó el salón de la antigua escuela, convertido desde la falta de niños en una sala de usos múltiples, donde se reúnen los pocos habitantes que quedan para celebrar concejos, organizar hacenderas o para merendar y paliar así el tedio de los oscuros días del invierno. Fue entonces cuando descubrí la pintada en la pared. No está escrita con spray, sino con la punta de un lápiz carpintero, no defiende grandes ideales, al contrario de las pintadas del mayo del 68 francés, pero encierra toda la sabiduría popular en su lucha contra los grandes males de esta sociedad, entre los que sobresale la maldita depresión.
Dice la pintada: “Las tías de Valverde somos muy listas. En vez de tirarnos al tren, nos tiramos al maquinista.
P.D.: Si está bueno, claro”.

Esta simple frase pone de manifiesto varias técnicas antidepresivas: el autorefuerzo (“somos muy listas”); la evitación del suicidio (“en vez de tirarnos al tren”); la ejecución de un comportamiento sexual saludable y reforzante (“nos tiramos al maquinista”) y la contingencia discriminada como todo un ejercicio de prudencia (“si está bueno, claro”).

11 septiembre 2008

Comienzo del curso.


Ya terminadas las vacaciones, millones de alumnos iniciaron la vuelta al colegio. Para algunos fue la primera vez y, quizás sean los que con más derecho, estén expectantes, inquietos, ansiosos y nerviosos. Para ellos el primer día de escuela supone la incorporación a un mundo nuevo y desconocido, con normas más rígidas que en casa y supone también en muchos casos, la separación por primera vez de sus padres. Es curioso observar cómo el primer día los niños y niñas de tres años acuden con sus padres y cómo la mayoría entra recelosa pero la adaptación es rápida, salvo en aquellos casos en los que sus padres y o madres muestran tanta o mayor “angustia de separación” que los propios hijos.
Para los que la escolarización ya no es algo nuevo, la vuelta al colegio tras unas largas vacaciones forma parte de una rutina a la que se adaptan sin problema. Muy pocos sufren estrés u otras manifestaciones psicofisiológicas; cuando éstas ocurren, ponen de manifiesto otro tipo problemática que tiene que ver con experiencias altamente punitivas o desagradables ocurridas en anteriores escolarizaciones.
Tener sensaciones opuestas en el inicio del curso: la emoción de reencontrarse con amigos, el temor a las posibles dificultades académicas o, en casos de cambio de colegio, el miedo a nuevos compañeros y/o profesores, son sentimientos “normales” que, en la mayoría de los casos, no durarán más allá de dos semanas. Hablar de psicopatología en estos casos, de la misma manera a como se habla del síndrome posvacacional en los adultos, es una exageración. Algunos psiquiatras y psicólogos apoyan este “circo” psicopatologizando cualquier malestar, descalificando su objetividad e insistiendo en la importancia de la vivencia subjetiva, frente a la realidad de la situación.
Que, en general, los inicios del curso no sean problemáticos para la gran mayoría de los alumnos, no supone que no haya dificultades a superar, problemas que solucionar, enredos a desenredar e inconvenientes a solventar. Así, los cambios de ciclo o de etapa o de centro tienen un plus de riesgo que profesores y tutores a través de las actividades de acogida y de otras actividades tutoriales, mitigarán.

09 septiembre 2008

La fiesta de Valverde.

El día ocho de septiembre, o el fin de semana más próximo, se celebra en muchos pueblos y ciudades de España la fiesta de su patrona: la natividad de la virgen. Para seguir la costumbre y para no ser menos, también en mi pueblo, Valverde de Curueño, conmemoramos tal nacimiento. Tenemos por hábito en ese día vestir las mejores ropas; poner un ramo en lo alto de la torre de la iglesia; llevar en andas a la virgen por la calle del pueblo; hacer juegos y teatros para regocijar los cuerpos; matar el mejor cordero o cabrito; cubrir las mesas con gran abundancia de manjares; tocar en la pradera una orquesta de medio pelo; bailar las mozas y los mozos al son de la música; luchar los chicos en el corro; recorrer en diana las casas para comer y beber en cada una; incluso murmurar de algún conocido y recordar a los muertos del pueblo, porque nunca los montañeses celebraron una fiesta que no hiciesen algún acto de clemencia, compasión o piedad o alguna otra cosa notable, como cenar una borrega en comunidad.

05 septiembre 2008

Ventosidades vacunas y pedos humanos.

1250 millones de reses bovinas pululan por todo el mundo tirando pedos ( que en círculos cultos llaman ventosidades) y emitiendo a la atmósfera unos 150 kilos de metano al año cada una de ellas, por lo que se las acusa de ser co-responsables del cambio climático. 6.680 millones de hombres y mujeres proliferan en el mundo con sus flatulencias, pedos y eructos, ( denominados eufemísticamente regüeldos o cuescos) y expulsando dos litros diarios de gases como el metano y el dióxido de carbono, los cuales nada tienen que ver con las modificaciones del clima. Para resolver el problema, científicos confusos y/o difusos proponen cambiar la dieta de los bóvidos a trébol blanco y leguminosas ricas en azúcares, además de obligarlas a tomar píldoras anti flatulencia, disminuyendo así les emisiones.
El emperador Claudio promulgó un edicto autorizando tirar pedos (despedir ventosidades) en público aunque fuesen sonoros y explotasen en medio de las comidas. Desde entonces, haciendo de la necesidad virtud han sido muchos más sus defensores que sus detractores.
C.J. Cela soltó un sonoro pedo, sentado, en una cena, al lado de una señora puritana. Antes de que la señora pudiera abrir la boca, dijo éste: “Señora, no se preocupe, soy un caballero y siempre mantendré que he sido yo”.
Cuando yo era niño, me decía un anciano de Valverde que el pedo era un “aire futuro que sale por el culo montado en bicicleta”, añadía que “ el primero que llega a la meta es el que nos deja el olor” y remataba “las partes del pedo son dos, a saber: hincha y deshincha”.
Así pues, pasa con las ventosidades lo que con los niños, que agradan los propios y molestan los de los demás.

04 septiembre 2008

Reforzamiento de conductas incompatibles.

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