el cazurro ilustrado

07 enero 2016

La locura de los hombres

Demócrito, (460-370 .c.) filósofo presocrático, vivió en Abdera (Tracia) reía a  menudo y  hacía cosas extravangantes de una manera que sus convecinos  no solo no aprobaban, sino que tenían por causa de sus comportamientos  su locura. Para curarle llamaron al  médico de más reconocido  prestigio de la época, Hipócrates,  cuya teorías médicas  persistieron  en  Europa hasta el siglo pasado.
Se fue Hipócrates  a  visitar a Demócrito, y éste le dijo: “Me tienen por loco, Hipocrates, porque me rio de la locura de los hombres. Ellos quieren curarme no se curan ellos. Si reflexionas sobre la conducta de todos los hombres, no podrás menos de convenir conmigo en que deliran. Unos buscan el oro y la plata cavando en las entrañas dela tierra; quienes compran perros, quienes caballos. Unos tienen prurito de conocer los paises estrangeros, no conocen el suyo. Otros quieren mandar a todos no saben dirigirse sí mismos. Aman las mujeres, se casan, luego las aborrecen y repudian. Engendran hijos con grande avaricia, tenidos los abandonan.  Aborrecen las guerras y no conservan la paz. Buscan el dinero en las entrañas de la tierra y encontrado y tenido lo cambian por la tierra. Venden los frutos por el dinero, luego dan el dinero por los frutos. Cuando no tienen riquezas, las desean, cuando las tienen las ocultan, no se sirven de ellas o las disipan. Compran estas cuando están  en ellas las conmutan por tierra. En todo encuentran una displicencia eterna;  si se les niega el que naveguen, navegan; si se dedican a las artes envidian la agricultura; si se les da la agricultura, desean las artes;  desean llegar a viejos por mandar, llegados a viejos quieren mandar como niños. Los vasallos quieren llegar reyes, los reyes quieren volverse vasallos. El artesano quiere hacerse magistrado, el magistrado quiere aprender las artes.  Todos quieren imponer leyes pero ninguno quiere sujetarse  a la ley. Te pregunto, Hipócrates ¿tengo motivo para reirme de los hombres? ¿Me falla el juicio cuando los llamo locos? te envian a tí para que cures mi locura con el heléboro, no es mejor que ellos lo tomen?.

No tuvo más remedio Hipócrates que reconocer la cordura de Demócrito y la locura del resto de los mortales.