el cazurro ilustrado

27 julio 2014

Mujeres montañesas. Diccionario Madoz.1845.

Leo en “Censo, padrón y datos de 1845. Censo rústico y fiscal. Diccionario Madoz. Diccionario estadístico e histórico de los pueblos de España” cuando se refiere a la mujeres que  viven en   nuestra montaña:  “Son las mujeres las que labran la tierra y cosechan, van al monte con carros sin ruedas , que en el país titulan Forcados, y hacen los acopios de leña para el invierno. Para toda clase de acarreos se sirven en estas montañas de los tales Forcados; pues siendo la mayor parte de los caminos muy estrechos para ruedas y peligrosísimos en los vuelcos, presentan más ventajas que los otros carruajes. Las mujeres son distinguidas por su excesiva laboriosidad y economía; es muy rara la que al salir el alba no esté ya en la labor del campo, si la estación lo permite, y si no cebando su ganado y limpiándolo. Es admirable lo gustosas que llevan estas faenas impropias de su sexo, y aun se ríen de sus maridos y demás hombres porque no son en trabajos de labranza para tanto como ellas”.
Exactamente  igual que en mi niñez y mi juventud.  En las décadas de los 60  y 70 del siglo pasado, las mujeres  de la montaña leonesa tenían la misma dedicación que  describe  Madoz  cien años antes. En treinta años han desaparecido  las  ancestrales costumbres montañesas; en algunos casos por haber conseguido hacer mas   amigable el entorno, pero el principal motivo ha sido el llevar casi al borde de la extinción a esta subespecie montañesa, con la ignorancia y/o el maltrato de las instituciones. No en vano tienen  más apoyo estatal, autonómico o provincial el burro zamorano o el oso pardo. 
Asi pues, los caminos  por los que transitaban las montañesas  con sus "forcados" se convertirán  en corredores para los osos y las tierras donde sembraban  centeno, lentejas  o garbanzos serán pasto de  corzos y rebecos.

18 julio 2014

No hay "tutía".

 Leo  en  “Historia natural del hombre” escrita en francés por  el Conde  de Buffon,  traducida al  castellano por  Alonso Ruiz de Piña y publicado en Madrid  en el año 1773:
“Las mujeres turcas se aplican la Atutía, quemada y preparada en los ojos ,a fin de volvérselos más negros, sirviéndose para este efecto de un punzoncito de oro o de plata que mojan  con la saliva  para que prenda este polvillo negro y pase suavemente entre los parpados y la pupila; bañanse con frecuencia, se perfuman todos los días y no olvidan cosa alguna  que pueda  contribuir  al aumento o conservación  de su belleza;  algunos dicen que las  mujeres persas  exceden a las turcas  en esta  prolijidad y limpieza; hasta los hombres  tiene su gusto diferente en  materia de hermosura; los persas las quieren trigueñas y los turcos rubias” .

Resulta que  el dicho “ no  hay tu tía” que lo empleamos  muchas  veces  para   para dar a entender a alguien que no debe tener esperanza de conseguir lo que desea o de evitar lo que teme, no se refiere a la  ausencia de la hermana del padre o de la madre  sino a  este  ungüento  elaborado a partir de la capa que, producto de la fundición y purificación de óxido de cinc mezclado con otras sales metálicas, quedaba adherida a las paredes de los hornos. La medicina árabe lo usó como  terapia ocular  y más tarde  como panacea para todas las enfermedades.  Por eso si no hay atutía  no hay remedio, lo que la gente acabó convirtiendo en no hay tu tía.

06 julio 2014

Tiempo de cerezas (y guindas).

Cuenta  Plinio (Historia natural),  que el general romano Lúculo  llevó las cerezas desde el Ponto a Italia, después de haber vencido al rey Mitridates VI. Ya en manos de los romanos se propagaron por toda Europa con más eficacia que ellos mismos, tal vez ayudadas por los pájaros que llevaron sus pepitas a lugares inaccesibles a los humanos. En la montaña proliferan guindos y cerezos, que comienzan a madurar en este tiempo. La cosecha este año es abundante. Lo curioso es que algo intuían los montañeses sobre las propiedades de estos frutos puesto que, una vez maduros, los consumían rápidamente, aunque ignoraban las investigaciones del Sistema de Salud de la Universidad de Michigan, que demuestran que las guindas y las cerezas  bajan los  niveles generales de colesterol, de azúcar en la sangre, reducen el almacenamiento de grasa en el hígado, disminuyen el estrés por oxidación y aumentan la producción de una molécula que ayuda al organismo a administrar las grasas y el azúcar. ¿Serán  las  cerezas y las guindas unas de las claves de la general longevidad de los montañeses?