el cazurro ilustrado

15 julio 2009

el sentido común.


Recurrir al sentido común como un don precioso del cielo, o como la posesión de un sentido recto que guía toda la razón es la mayor insensatez. Es preciso establecer con hechos, con pruebas y con razonamientos lo que se piensa y se dice, pero habitualmente se recurre al sentido común como a un oráculo cuando no se tiene ningún argumento sensato que aportar para justificarse. Cuando la sagacidad y la razón hacen falta, apelar al sentido común es una de las invenciones más sutiles de estos tiempos ( quizás de todos los tiempos) y, con esta táctica, el charlatán más superficial puede afrontar la lucha contra el sabio más eminente y mantenerle a raya; pero cuando se tiene un poco de sagacidad, se guarda uno muy mucho de echar mano de este recurso supremo; porque hablando claro, tal recurso no es otra cosa que un llamamiento al juicio de la multitud, de cuyos aplausos, el ilustrado ( aunque sea cazurro) se avergüenza por lo mismo que esa multitud eleva, triunfantes, a los astutos cortesanos de la popularidad (políticos, gente de la farándula, presentadores, deportistas..); porque el entendimiento “medio” puede tener algún éxito en la vida cotidiana y cuando se trata de juicios que encuentran su aplicación inmediata en la experiencia, pero comulga con ruedas de molino y se halla bajo el imperio de los errores cuando en las cuestiones que juzga o analiza es preciso razonar según ideas, conceptos, argumentos, silogismos… donde el sentido común no tiene, ni debe tener, voz ni voto.

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