el cazurro ilustrado

30 diciembre 2008

Lo que los niños no aprenderán en la escuela.

Circulan por la red y se atribuyen a Bill Gates, en un discurso que pronunció en una universidad americana. Son las once cosas que los niños no aprenderán en la escuela, pero conviene saber que habrá otras once mil que no aprenderán y no las aprenderán porque no se las enseñarán. Cada vez que me asomo a algunos blogs supuestamente educativos y leo a profesores cargar contra las leyes educativas, contra las tecnologías y contra el sistema, defendiendo una “educación” tradicional, me echo a temblar y pienso que lo más escueto que se puede decir de ellos es que son profesores del S.XIX, dando contenidos del S.XX, para jóvenes del S.XXI. Luego oyes a los alumnos quejarse que tal o cual profesor les ha suspendido un examen con un 4, 96. Es el colmo de la estupidez evaluativa, donde el profesor camufla su propia incompetencia tras una supuesta objetividad decimal en la que se utilizan criterios absolutamente esquizofrénicos, es decir, pertenecen estos profesores a un club secreto, con unas reglas que nadie conoce y que, además, cambian de vez en cuando.
1: La vida no es justa, hay que acostumbrarse a ello.

2 : No serán los demás los que cuiden de tu autoestima. El mundo esperará que cumplas objetivos antes de que puedas sentirte bien contigo mismo.

3 : No cobrarás $60,000 dólares después de un año de terminar tus estudios superiores.

4 : Si piensas que tu profesor es duro, espera y verás cuando tengas un jefe…

5 : No es indigno vender hamburguesas. Tus abuelos lo llamaban oportunidad.

6 : Si eres un desastre no es por culpa de tus padres, no te lamentes de tus errores, aprende de ellos.

7 : Antes de que nacieras, tus padres no eran tan aburridos como ahora. Son así porque pagan tus facturas, lavan tu ropa y escuchan mientras hablas de lo “guay” que eres.

8 : En la escuela puede haber ganadores y perdedores pero en la vida no. En muchas escuelas ya no se suspende definitivamente a nadie y te darán tantas oportunidades como quieras para dar una respuesta correcta. Eso no tiene nada que ver con la vida real.

9 : La vida no se divide en semestres. Los veranos no son libres y pocos compañeros en el trabajo estarán interesados en ayudar a que te encuentres a ti mismo. Hazlo en tu tiempo libre…

10: La televisión no tiene nada que ver con la vida real. En la vida real, la gente no se pasa el día en el bar. Trabajan.

11: Se amable con los nerds ( Estereotipo que representa a una persona muy inteligente, fascinada por el conocimiento, especialmente el científico, y que suele ser generalmente asociado a una personalidad socialmente torpe y aislada del entorno que le rodea). Es probable que termines trabajando para uno de ellos.

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26 diciembre 2008

Preguntas que pierden sentido si no duele el alma al formularlas.


Suele ser verdad que pierden sentido las preguntas cuando no duele el alma al formularlas, pero probablemente, las respuestas ante tales cuestiones siguen teniendo valor aún a pesar de no provocar angustia su expresión.
Preguntado Tales de Mileto sobre qué cosa era más difícil, respondió: “El conocerse a sí mismo”. Y también, qué cosa es fácil, dijo: “Dar consejo a otros”. ¿Qué cosa es suavísima?: “Conseguir lo que se desea”. ¿Cómo sufrirá uno más fácilmente los infortunios?: «Viendo a sus enemigos peor tratados de la fortuna». ¿Cómo viviremos mejor y más santamente?: “No cometiendo lo que reprendemos en otros”. ¿Quién es feliz?: “El sano de cuerpo, abundante en riquezas y dotado de entendimiento”
Preguntado Solón por qué no había puesto ley contra los parricidas, respondió:
“Porque no espero que los haya”. ¿De qué forma no harán los hombres injusticias?: “Aborreciéndolas los que no las padecen igualmente que los que las padecen”.
Preguntado Quilón en qué se diferencia el sabio del ignorante, respondió: “En las buenas esperanzas”. ¿Qué cosa era dificultosa?, respondió: “Guardar el secreto, emplear bien el ocio y sufrir injurias”.
Preguntado Pitaco sobre qué es lo mejor, respondió: “Ejecutar bien lo que se emprende” .A unos que preguntaban qué cosa fuese muy grata, respondió: “El tiempo”. ¿Qué cosa incógnita? : “Lo venidero”. ¿Qué cosa fiel?: “La tierra”. ¿Qué cosa infiel?: “El mar”.
Preguntado Biante qué cosa es difícil, respondió: “Sufrir constantemente la decadencia del propio estado”. Preguntando qué cosa es dulce a los hombres, respondió: “La esperanza”.
Preguntado Anacarsis de qué forma se haría uno abstemio o aguado, respondió:
“Mirando los torpes gestos de los borrachos”. A uno que le preguntó qué naves eran más seguras, le respondió: “Las que están en el puerto” Preguntándole uno si eran más los vivos que los muertos, respondió: “¿En qué clase de esas dos pones los navegantes?”. Preguntado qué cosa era buena y mala en los hombres, respondió: “La lengua”.
Preguntado Sócrates qué cosa es virtud en un joven, respondió: “El que no se exceda en nada”. Preguntado si era mejor casarse o no casarse, respondió: “Cualquiera de las dos cosas que hagas te arrepentirás”
Preguntándole Lisias por qué no le convenía la defensa que de él hacía, supuesto que era buena, respondió: “¿Pues no puede haber vestidos y calzares ricos, y a mí no venirme bien?”
Preguntado Aristipo qué era lo que había sacado de la Filosofía, respondió:
El poder conversar con todos sin miedo”.
Así lo cuenta Diogenes Laercio en "Vida de los filósofos ilustres".

12 diciembre 2008

Evaluación de la (mi) inteligencia.


La primera (y la última) vez que se evaluó mi inteligencia oficialmente lo hizo mi abuelo Artemio cuando yo tenía siete años ; extra oficialmente y en privado es probable que lo hayan hecho muchas veces, concluyendo los evaluadores alguna de las categorías diagnósticas más usuales: tarado, imbécil, idiota, tonto..., pero la que realizó mi abuelo se basó en la observación sistemática de mis respuestas ante determinados eventos del entorno . Algunas de estas respuestas habían sido entrenadas en situaciones similares y otras se daban en circunstancias absolutamente novedosas, ante las cuales yo tenía que aplicar todas mis experiencias anteriores y a partir de ellas responder y esperar a que los resultados fueran eficaces, siempre bajo la mirada atenta y cuidadosa del abuelo.
Ningún test o prueba estandarizada utilizó para la medida de mis capacidades intelectuales que tanto gusta ahora llamar “ habilidades cognitivas”. Se sirvió de una observación precisa y de procedimientos experimentales, tales como ir variando los estímulos ante los que debía responder o exponerme ante las mismas estimulaciones y exigir que diera diferentes respuestas que fueran útiles.
Una tarde de invierno, se reunieron los vecinos en su cocina para pasar las horas, mientras arreglaban el mundo. Yo seguía atentamente las palabras y los gestos de mi abuelo. En un momento indeterminado, me miró y movió la cabeza lateralmente. Fue el estímulo ante el que respondí con rapidez. Me levanté, fui a la bodega y en breve tiempo estaba en la cocina con la bota de vino en la mano, ofreciéndosela a todos los invitados para que echaran un reconfortante trago de vino.
Fue entonces cuando mi abuelo hizo públicas sus conclusiones: “ pero que nieto más listo tengo”. Yo no me lo creí del todo, pero tengo presente que las únicas verdades son aquellas mentiras que nos ayudan a vivir y además, el que no se consuela es porque no quiere.

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08 diciembre 2008

"Pájaro en mano".


Hay una regla de comportamiento, transmitida de generación en generación por el refranero que dice: “más vale pájaro en mano que ciento volando”; la aplican muchos humanos como una forma de actuar sobre seguro; se consigue así que baje la bolsa, que suban los precios, que la acaparación de bienes sea principal objetivo en la vida, que aparezcan las inseguridades, las dudas, las angustias, los estreses y las depresiones cuando un pájaro vuela y no digamos lo que pasa cuando son cientos los que vuelan. Bastaría dar la vuelta a esta regla para resolver múltiples dificultades y problemas cotidianos: “ más valen cien pájaros volando que uno en la mano”, porque, al fin y al cabo, preocuparse por el futuro es tan absurdo como pretender resolver una ecuación de álgebra mascando chicle; los problemas que tienen importancia en la vida son aquellos que nunca imaginamos, esos que aparecen y te sorprenden a las cinco de la tarde de un jueves cualquiera. Escribió Boecio en su libro "De Consolación" que son buenos los dineros (y los pájaros, añadimos) no cuando los tenemos en nuestro poder, sino cuando de ellos nos deshacemos.


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06 diciembre 2008

Algunas consideraciones sobre el "castigo".


Vaya por delante que estoy en contra de cualquier tipo de maltrato, incluyendo el maltrato de una “justicia” desproporcionada que usa de remedios con efectos más negativos que aquellos que pretende evitar; así, el Defensor del Menor de Madrid, Arturo Canalda, considera que puede resultar «muy negativo para el menor» la condena impuesta a una mujer de un año de alejamiento de su hijo por haberle dado un bofetón y agarrarle del cuello en una discusión. «Si se tratara de un hecho puntual y como parece incluso accidental, podemos entender excesiva dicha resolución judicial que condena a la madre a 45 días de prisión y a un año de alejamiento del menor», ha explicado Canalda, quien opina que «se deberían ponderar muy bien las consecuencias que para el propio niño pueden tener las sanciones». No obstante, ha señalado que «no justificaría que de forma aislada se pudieran admitir este tipo de actitudes de un padre frente a un hijo, sino que lo que se plantea ante un hecho de estas características es si la decisión adoptada por el juez pudiera suponer para el menor un daño añadido al propio castigo físico infligido por la madre».
Asociaciones como “Save the Children” han puesto en marcha una efectiva campaña en contra de cualquier tipo de castigo físico contra el niño con la que, en términos generales, se puede estar de acuerdo; ahora bien, conviene aclarar a estas asociaciones y a padres y educadores que el castigo, o la estimulación aversiva, EXISTE y que experimentado en las dosis adecuadas, puede ser de suma utilidad, hasta el punto que puede asegurarse que sin castigo, no se produciría una gran parte de progreso humano, tanto individual como colectivo. El mundo que nos rodea está lleno de estímulos aversivos que nos permiten adaptarnos mejor a la realidad y a la supervivencia. El niño que está aprendiendo a andar y se cae, se da un coscorrón o un golpe contra la esquina de la mesa, tras esta experiencia, aprende a coordinar sus movimientos de una cierta manera; gracias a estos castigos el niño va moldeando su caminar; con la ayuda de esta estimulación aversiva eliminará aquellos movimientos que han tenido consecuencias negativas. El mundo físico castiga y a veces lo hace muy duramente pero lo hace puntualmente, delimitado y sin ninguna reactividad conductual. Un enchufe, una llama, un plato de sopa hirviendo son ejemplos de castigo físico; están ahí siempre bajo una disposición semejante, con una notable invariabilidad, fijos, unívocos, castigando siempre de la misma manera, siempre y cuando el contacto con ellos se efectúe de un determinado modo. De igual manera, en la vida social, en las relaciones interpersonales, se produce, con indeterminada frecuencia, estimulación aversiva. La adaptación de los sujetos al mundo social en el que viven requiere saber hacer frente a este tipo de estimulación; esta adaptación sólo se puede conseguir viviendo también experiencias aversivas. Una educación sobreprotectora perjudica al niño en la medida en que le impide hacer frente a situaciones nuevas y conflictivas que, por definición tienen ingredientes negativos. Es recomendable en términos educativos, un progresivo incremento de las exigencias sobre el niño, de las obligaciones que se le impongan, de determinadas restricciones a que sea sometido, a medida que avance en edad, progresiva y gradualmente, sabiendo que cada etapa debe ser una preparación para la siguiente y que exigencias, obligaciones, limitaciones significan, básicamente, estimulación aversiva. Aquellos educadores que impidan al niño estas experiencias, en un afán de conseguir el idealismo de “ paz perpétua” no sólo se están equivocando sino que además están provocando un enorme daño en el desarrollo del niño. Basta por hoy de planteamientos espinosos, pues celebramos el treinta aniversario de la constitución española.

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03 diciembre 2008

Día de la Discapacidad.




Hoy se celebra el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, bajo el lema."La Convención de las Personas con Discapacidad: Dignidad y Justicia para todos".
A lo largo de estos últimos años se ha desarrollado todo un arsenal legislativo, guiado por los principios de integración, normalización e inclusión que, supuestamente, va a conseguir esa dignidad y justicia a las que todas las personas con discapacidad tienen derecho. Pero echando un vistazo a lo que ocurre, por ejemplo, en las escuelas, se observa que tales principios quedan relegados a un segundo o tercer plano y se prioriza la búsqueda de la diferencia y de los déficits para poner una etiqueta y, a partir de ella, creer que esa etiqueta es la causa de los comportamientos. Junto a este error aparecen otros igualmente significativos: Volver a la psicología de los años 50, convirtiendo la intervención psicológica en marear a los niños con ingentes baterías de tests para confirmar por activa y por pasiva lo que ya sabemos ( que el sujeto en cuestión responde de diferente forma a lo esperado), confundiendo la topografía con la función. Focalizar la atención en las dificultades y no en las competencias. Incrementar el efecto Pigmalión en la escuela, o la profecía autocumplidas o la generación de bajas expectativas y ensombrecer el origen ambiental y social de las dificultades y problemas de las personas. Así pues, mientras los principios de integración, normalización e inclusión estén por debajo de de las categorías diagnósticas al uso, más que ayudar a resolver las dificultades que el entorno social y el ambiente genera en determinados individuos, trasladamos el problema al propio sujeto.
Sin embargo, la minusvalía y la discapacidad y la deficiencia tienen su origen en las prácticas sociales, no en la falta de inteligencia o en la ausencia, más o menos acusada de determinadas estructuras corporales, ni en el conocimiento científico al que la sociedad asigna valor de verdad. La deficiencia, la discapacidad y la minusvalía no existen si no se las pone en práctica. Aunque la limitación pueda ser fija, podemos superar ( no curar) la discapacidad sin necesidad de terapéuticas especiales, sino a través de las prácticas cotidianas y de la consideración que tenga la sociedad sobre la persona con la supuesta discapacidad.Sólo si nos comprometemos a su desestigmatización, a su inclusión efectiva, a un trato de respeto en nuestras acciones concretas en la calle, el barrio, el bar, la escuela o la oficina, seremos capaces de construir un lugar en el que todos tengamos cabida, no a pesar de ser-diferentes, sino gracias a ello.
Sirva como pequeño homenaje a la diversidad, estos paisajes nevados y helados de mi pueblo, Valverde de Curueño ya que, a pesar de la crudeza del invierno, la belleza y la preciosidad aparece por doquier, como en la discapacidad (la autora de las fotos es mi hermana Raquel).


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02 diciembre 2008

Muerte, preservativos y SIDA.

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