el cazurro ilustrado

29 septiembre 2008

¡Socorro!.

Ajenos viven en las ciudades a los males que nos amenazan en los pueblos; indiferentes o inmisericordes parecen los políticos a las enfermedades que nos acechan. De vez en cuando algún titular de los medios de comunicación hacen referencia a la lengua azul, o a las encefalopatías espongiformes transmisibles (EET), o a la influenza aviar en aves domésticas y silvestres, pero nada se habla de la enfermedad de Aujezsky; ni de la hipodermosis bovina; ni de la enfermedad de Maedi-Visna, por no hablar de tuberculosis caprina; de paratuberculosis, de leptospirosis, de fasciolosis, de IBR y BVD en bovinos; de toxoplasmosis, de brucelosis bovina, caprina y ovina; o de peste porcina clásica, de peste porcina africana, de fiebre aftosa o de enfermedad vesicular porcina, o de hipodermosis en bovinos y venados o de perineumonía bovina o de enfermedad de Lyme en venados y gamos.
Decía el bisabuelo que de ninguna manera querría él ser burro en Acisa o ratón en San Pedro. Acisa y San Pedro son dos pueblos de las Arrimadas y por lo que decía, los burros trabajaban en exceso transportando la pera de invierno que abunda por esos lares y los ratones apenas tenían qué comer a juzgar por la pobreza de sus tierras. A mí tampoco me gustaría ser cualquier animal en la montaña, porque si ya teníamos bastante con las políticas de la Unión Europea ahora se desencadenan todo tipo de epidemias para darnos el remate final.