el cazurro ilustrado

17 septiembre 2008

Montañas anegadas.


Múltiples y diversos son los apetitos y las condiciones de los humanos, variados son también sus entornos y diferentes sus contingencias. Unos huyen de la tierra y se regodean en el agua de la costa; otros, espantados del agua se aferran a la tierra, aunque sea desértica. Algunos de los que les tocó en suerte vivir en las tierras del interior tuvieron que abandonar su hábitat natural porque a alguien se le ocurrió romper el curso normal de los acontecimientos y decidió inundar los valles y anegar las tierras, cubriendo con agua lo que antes era tierra firme y seca. Cuando a septiembre le da por secar las fuentes, huyen las aguas hacia el mar y pueden retornar los expulsados a ver, al menos, los indicios de sus orígenes. Y es que los montañeses, se lamentan de vivir lejos de las montañas cuando podrían vivir en ellas.