Ventosidades vacunas y pedos humanos.
El emperador Claudio promulgó un edicto autorizando tirar pedos (despedir ventosidades) en público aunque fuesen sonoros y explotasen en medio de las comidas. Desde entonces, haciendo de la necesidad virtud han sido muchos más sus defensores que sus detractores.
C.J. Cela soltó un sonoro pedo, sentado, en una cena, al lado de una señora puritana. Antes de que la señora pudiera abrir la boca, dijo éste: “Señora, no se preocupe, soy un caballero y siempre mantendré que he sido yo”.
Cuando yo era niño, me decía un anciano de Valverde que el pedo era un “aire futuro que sale por el culo montado en bicicleta”, añadía que “ el primero que llega a la meta es el que nos deja el olor” y remataba “las partes del pedo son dos, a saber: hincha y deshincha”.
Así pues, pasa con las ventosidades lo que con los niños, que agradan los propios y molestan los de los demás.