¿Se puede ser germanófilo?
Luis Araquistain (1886-1959) fue
periodista, ideólogo y político socialista español, ardoroso defensor de España
y de la hispanidad. El 14 de
enero de 1915 publicó en El Liberal, diario matutino de Madrid, un artículo titulado ¿Se puede ser germanófilo? Del que
entresaco algunos párrafos para que veáis que ya a principios del Siglo XX, los germanos generaban
en los latinos sentimientos no del todo positivos y es que si sustituimos “Hohenzollernismo” por “Merkelismo”, “carlista” por “pepero”, “liberalismo”
por “socialismo”, comprobaremos que pocas
cosas han cambiado. Recordad el post “Monoscatólicos VS chimpancés protestantes” y lo entenderéis mejor
“Un latino no puede ser
germanófilo más que por una ignorancia absoluta de Alemania.
El
conservadurismo de un español, por ejemplo, aunque sea un carlista,
quintaesenciando la idea conservadora, es en el fondo un liberalismo limitado:
quiere un régimen de autoridad, de fuerza, pero sólo en la esperanza de que en
un régimen así, él, el conservador y los suyos, aunque los otros estén más
sujetos, serán más libres. Es, pues, un conservadurismo oligárquico.
Pero el
régimen alemán no es ni conservador ni liberal; no es una fluctuación constante
de la libertad, sino la negación absoluta de la libertad; no es un régimen de oligarquías,
sino el régimen de un déspota, que está por encima de todos y de todo. En el
fondo del carlismo, como del republicanismo, no hay más que una querella
oligárquica. Pero el germanismo, o, mejor dicho, el «hohenzollernismo», es el
régimen de una casa gobernante hereditaria que no admite ninguna limitación a
su soberanía. Consiente que sus súbditos se entretengan en toda clase de
fabricaciones sociales; pero ella guarda la llave de todas.
En el
régimen político de Alemania, cada individuo es una simple tuerca, algo
mecánico, desprovisto de personalidad. Y eso es lo que un latino no puede ser.
Sean cuales fueren sus ideas políticas, la esencia de ellas es siempre el
liberalismo: limitado para sí y para los suyos, si no lo anima la generosidad;
absoluto, para todos por igual, si no le mueve el egoísmo. Pero su espíritu
busca siempre la libertad.
El más fanático de los católicos
españoles estará siempre más cerca del más fanático de los ateos franceses que
de un católico prusiano. En toda Europa, fuera de Alemania, se lucha por
diferentes formas y grados de libertad, pero siempre por la libertad. Sólo en
Alemania se lucha por diversas formas y grados de esclavitud, pero siempre por
la esclavitud.”
Londres, Enero 1915.