el cazurro ilustrado

08 febrero 2009

Berlusconi, Eluana y los clásicos.


Se asemeja Berlusconi a Calígula, aquel otro cruel emperador romano que quería hacer saborear la muerte a sus prisioneros y cuando alguno de ellos se suicidaba en la prisión, decía: “este se me escapó”. Para decirlo en palabras de Lucano : “y aquel cuerpo tan cruelmente lacerado no acababa de recibir el golpe de gracia, sino que con crueldad infame se le procuraba alargar la vida para prolongar más el martirio”.
Pero debería saber Berlusconi que en su propia tradición hubo otros, más sublimes que Calígula, capaces de dar respuestas más sensatas ante cuestiones similares a las que plantea el caso de Eluana Englaro; así, Horacio dijo: “Salvar a quien no lo desea es lo mismo que matarle"; Cierón escribió: “Morir no quiero, mas estar muerto ya no me importa”; Plinio dejó dicho: “No es tan grande la relación entre los hombres y el cielo, que por nuestra muerte pueda modificarse el brillo de los astros.”
Pomponio, estando enfermo, llamó a sus familiares y amigos y les dijo que como estaba convencido de que nada ganaba queriendo curarse, y que cuanto hacía para prolongar su vida prolongaba también y aumentaba su dolor, había resuelto poner fin al uno y a la otra, rogándoles que aprobaran su deliberación, o cuando menos que no perdieran el tiempo oponiéndose a ella. Pero como determinara acabar dejándose morir de hambre, en vez de perecer, sanó súbita y casualmente: el remedio de que echara mano para destruirse le procuró la salud. Contentos por tan fausto desenlace los médicos y sus amigos festejaron acontecimiento tan dichoso, pero se engañaron de verdad, porque no les fue posible hacerle cambiar de decisión. Para mantenerse firme en ella alegaba Pomponio que un día u otro había de dar el mismo paso, y que puesto que ya estaba empezado quería evitarse el trabajo de comenzar nuevamente en otra ocasión.
Mejor sería que Berlusconi abandonara el modelo de Calígula y abrazara el de los clásicos latinos como Cicerón, Séneca o Lucano.

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