el cazurro ilustrado

31 julio 2007

Enseñar y aprender " ciudadanía".


Tanta fe tienen en el sistema educativo (los obispos, los padres, los gobiernos...) que creen que las materias impartidas o los contenidos enseñados pasan inmediatamente a formar parte del repertorio (comporta-mental) de los alumnos; pero, por poner dos ejemplos, a pesar del consenso sobre la necesidad del fomento de la lectura o del conocimiento científico- matemático, sucede que ni está generalizado el hábito lector, ni de rudimentos científicos ni matemáticos andan sobrados los alumnos después de haber estado múltiples horas “aprendiéndolos” en las aulas. Con los contenidos de la “educación para la ciudadanía” ocurrirá prácticamente lo mismo, se impartirán unos contenidos política y pedagógicamente correctos para unos e ideológicos, escandalosos, minadores de la moral cristiana y perjudiciales para el desarrollo integral de las personas para los otros.
Si preguntáramos a cualquiera de los ciudadanos honrados de este país el pretérito pluscuamperfecto del verbo amar o el futuro imperfecto del verbo odiar es altamente probable que erraran en sus respuestas, como si nunca hubiesen ido a la escuela; pero si les interrogásemos sobre sus derechos, libertades, seguridad, paz, racismo, violencia.... darían respuestas (teóricas) más que adecuadas, quizás a la manera de Rousseau, a quien se le saltaban las lágrimas ante una idea progresista y distribuyó sus muchos hijos naturales entre diversos hospicios y asilos, sin ocuparse jamás de ellos.
La pretendida espontaneidad del niño a la hora de aprender y la tan cacareada libertad de los padres a la hora de educar son dos mitos. Si nos negamos a enseñar al niño comportamientos (cívicos) , no por ello su conducta (cívica) se encontrará menos aprendida . El dilema no es sobre si es mejor educar al niño (para la ciudadanía) o no, ya que éste no puede dejar de estar educado (para la ciudadanía) por algo o por alguien ; el problema estriba en quién asume esa educación ( para la ciudadanía) y para obtener qué (tipo de comportamientos cívicos).
Lo que debería pedirse es eficacia en la consecución de los objetivos que los padres y maestros se propongan y esta eficacia solo puede ser producto del rigor científico, la investigación y el estudio. La verdadera libertad, si se puede traducir a hechos verificables, no consiste en defender emotivamente una palabra, sino conocer sus verdaderos límites.
Decía Platón, que en la República donde había muchos Médicos, era señal que había muchos viciosos; a semejanza de él, podemos decir que en la Ciudad donde se necesitan educadores para enseñar ciudadanía, moral, ética, convivencia.... es indicio, al menos, de que se carece de ellas.

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