el cazurro ilustrado

24 julio 2007

¿Quién se lleva el verano?.


Si al invierno no se lo come el lobo, al verano no lo traen las declaraciones de las ministras en primavera. Desde los ministerios de sanidad y de Medio Ambiente nos anunciaron hace meses que este verano sería uno de los más calurosos de la historia. El efecto invernadero, el cambio climático y el fenómeno “ el niño” se ponían como las posibles causas de la temible ola de calor y proponían medidas paliativas como la hidratación, la protección del sol y no realizar ejercicio físico en las horas punta solares.Comenzamos a creer en tales augurios cuando comprobamos que no llegaron las temidas heladas de finales de mayo; hicimos acopio de energías, preparamos las presas en los prados para la mejor facilitación de la llegada de los riegos, sembramos tempranamente para que el calor no agostara los frutos y ahora resulta que, ya casi acabado julio, hemos tenido solamente dos días de verano; además, las fuentes naturales que otros años a estas alturas ya no echaban ni una gota de agua, siguen manando; el caudal de agua que dirigimos hacia el riego “a manta” es tan abundante que en la mitad del tiempo que nos llevaba otros años, ya lo tenemos inundados; los prados han producido el doble de hierba de lo esperado; en los árboles frutales no cabe ni un fruto más; los patatales aún no han necesitado del riego para desarrollarse y las vacas retozan alegres entre los abundantes pastizales. Si estos son los efectos colaterales del cambio climático, bienvenido sea el cambio. Pero como es probable que la alegría dure poco en la casa del pobre, no las ministras sino los lugareños, intuyen que este año toca que septiembre seque las fuentes y no se lleve los puentes.

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