el cazurro ilustrado

28 diciembre 2010

¿Son necesarias las dos figuras parentales?


Con motivo de la celebración  de la fiesta de la Sagrada Familia, el papa Benedicto XVI afirmó que los niños necesitan del  amor de un padre y una madre y pidió a todas las familias que no  se desanimen ante las pruebas y las dificultades  con las que se enfrentan. Si bien son  dignos de elogio los ánimos  que  muestra el sumo pontífice hacia la familia, también es necesario matizar la primera afirmación, ya que es preocupante que  en la época en la que vivimos todavía se crea  que existen tipos de vínculos y misiones educativas  y relaciones atribuibles específicamente  a los progenitores en función de su sexo. Es lamentable  que no se vea con claridad el carácter casi exclusivamente cultural de tal diferenciación y,  por consiguiente, su relativismo. Se trata de una  noción  muy arraigada en  nuestros usos y costumbres, por lo que es lógico que aflore  casi espontáneamente en todos o en la mayoría de los miembros de  nuestra sociedad. Influye también en esta percepción, la estructuración y difusión  en categorías trascendentes y casi irreversibles que ha hecho el psicoanálisis, dando lugar a confusiones y prácticas educativas contraproducentes. Si un niño se queda sin padre o sin madre, por el motivo que fuere, no tiene por qué precisar en absoluto de una supuesta  figura “paterna” o “materna”, respectivamente. Lo que si necesita el niño es que quien se responsabilice de él, sea padre o madre, tío o abuelo, conocido o desconocido, varón o hembra, le otorgue  el trato que todo  niño merece y necesita,  de acuerdo con sus características  psicológicas y evolutivas.  Muchísimas personas  adultas, cabales, responsables, íntegras, justas y honradas hemos conocido y conocemos que se  han  criado y desarrollado sin  uno de los dos miembros de la  pareja “tradicional” o sin ninguno de ellos. Por supuesto, también  nos  encontramos  el caso contrario: personas  no tan  justas,  cabales…… que se han criado con las figuras paterna y materna, porque lo que si influye definitivamente es el cuidado, la  atención y las  correctas prácticas  educativas del o de los responsables del niño en cuestión, no las  supuestas y quizás no tan “necesarias” figuras paterna y materna.