Nunca hizo tal cosa.
Cuando aún las ferias tenían sentido y por encima de los aires divertidos, lúdicos y de entretenimiento primaban los aspectos comerciales, de intercambio de productos, lucrativos y de generación de ganancias para las villas que las acogían, se organizaba en Boñar la feria de San Gregorio.
Tenía ésta lugar los días 28 y 29 de noviembre en el recinto ferial, que no era más que una gran pradera a las afueras del pueblo, en la carretera que sube hacia Adrados. Allí compró Antón una burra a un paisano de Vegamián, después de muchos regateos y con la necesaria mediación de un terciador. Montó en ella y fue a su pueblo, muy orgulloso de la adquisición. A los pocos días, el animal dio en entristecer, dejó de comer y murió. Entre compungido y cabreado enterró Antón a la burra y en la siguiente feria, Las Candelas, en febrero, se encontró con el vendedor y le dijo muy enfadado:- la burra que me vendiste murió. El de Vegamián, con mucha alma ( que hoy llaman autocontrol) replicó: - ¡por los clavos de Cristo juro que mientras estuvo conmigo nunca hizo tal cosa!