el cazurro ilustrado

05 octubre 2010

Lecciones de pastor y alivio de cabritos.


El pasado fin de semana subí a la collada de Ubierzo. Anticipándose al invierno, que pronto cubrirá de nieve todo el pasto, Luís apacienta sus trescientas ovejas berrinchonas y sus cien cabras de confuso linaje a ambos márgenes de la carretera.  El viento sopla con brío pero aun el sol  tiene fuerza para mitigar el fresco de la tarde, lo que nos lleva a una conversación sobre el tiempo que vendrá, analizando las  fuentes oficiales que predicen agua  para los días siguientes y las consuetudinarias que auguran buen tiempo al no estar  alterado el rebaño, lo que nos lleva a concluir que las probabilidades de  los  contrarios vaticinios están al cincuenta por ciento. Estábamos en esas cavilaciones  cuando llegó  un beemeuvedoble, aparcó a la orilla de la carretera y de él se apearon  tres señoras, disparando sus cámaras fotográficas  al rebaño y al paisaje; se metieron entre los animales y fueron admirando  cómo se parecían entre ellos. Una de ellas se  acercó a unos  cabritos, les acarició  y dijo a sus acompañantes:- Mirad, ¡Qué bonito!. ¡Todavía no tienen cuernos!. El pastor, ya un poco cansado de las excesivas confianzas que las señoras se tomaban  con su ganadería, le contestó: - Es que aún no están casados.