¿Está Dios en todas partes?
Acabados los oficios religiosos de aquella semana santa, después de colgar una cruz en la pared de la Iglesia con las palabras “Santa Misión” y antes de partir hacia el convento, decidió el fraile de los posts anteriores, sondear las inteligencias de la rapacería con el fin de averiguar si alguna de aquellas almas era aprovechable para ingresar en la congregación e ir cultivando la cantera vocacional.
Se dirigió a la escuela, habló con la maestra y fue mirando los cuadernos de cada uno de los posibles candidatos (todos ellos de nueve años). A uno que la maestra tenía por el más espabilado de la clase, le hizo el fraile una pregunta teológica con la intención de probar su ingenio y sus creencias religiosas: - ¿Crees que Dios está en todas partes?. Inmediatamente respondió el alumno aventajado que así lo creía y que así sería mientras no se demostrara lo contrario. Para darle la oportunidad de que matizara más su respuesta y que, incluso, tuviera ocasión para el lucimiento, preguntó de nuevo el religioso: -Entonces ¿Dios está también en el patio de tu casa?. –No señor fraile, en el patio de mi casa no- contestó sin dudar el alumno. Está afirmación, cercana a la herejía, puso en guardia al monje que replicó sin piedad: -Pero no has afirmado antes que Dios está en todas partes. –Si claro, pero ha de saber, si no lo sabe, que mi casa no tiene patio. Supo entonces el fraile que a poco que cultivara la inteligencia de aquel niño, probablemente llegaría a ser canónigo u obispo. Y ofertó a sus padres la entrada del menor en el Seminario que la congregación tenía en la capital.