el cazurro ilustrado

01 octubre 2010

De vacas y mujeres.


Fue al médico por unas dificultades respiratorias y le aconsejó que se buscase una mujer en la montaña porque el aire frío y seco acabaría  con aquel problema. Era joven, trabajador y de buena planta, así que pronto encontró  una mujer montañesa con la que se casó, se  estableció  en el pueblo y logró pronto  la estima  de sus vecinos. Vivían humildemente de cultivar  las tierras con una pareja de vacas. Al año, una de las  vacas  se desgració y poco después, probablemente  por el disgusto, murió también su mujer. Andaba el pobre hombre desconsolado y todos los vecinos  le animaban y le ayudaban en la elaboración del duelo. Le decía uno que la pérdida de la mujer  era una “putada” pero que él era joven y podía elegir como nueva mujer a cualquiera de sus hijas, otro le ofrecía a  su hermana, trabajadora como la que más; otro a su sobrina,  aún de buen ver.  El viudo, agradecido por la amabilidad, el apoyo y las soluciones que se le ofertaban, no tuvo más remedio que concluir que en aquel pueblo  era mucho mejor perder a  la mujer  que  a una vaca, porque nada más perder a  su mujer  ya le  habían ofertado otras cinco y, sin embargo, cuando se le murió la vaca ,  a ninguno de sus diligentes vecinos  se le ocurrió ofrecerle una.