El aprendizaje y sus consecuencias.
Movido por su gran ingenio y motivado por la escasez , a un tratante de burros, de los que suministraban tan preciada mercancía a los pueblos de la montaña, se le ocurrió la gloriosa idea de enseñar a un burro a no comer, anticipando grandes beneficios de tal aprendizaje. Después de un concienzudo examen, decidió poner en práctica su idea. Metió al animal en la cuadra, lo aisló de todo contacto con sus iguales y no le dio ningún alimento, ni siquiera agua. Lo visitaba cada día para comprobar lo que iba aprendiendo. Los cinco primeros días vio que el burro asimilaba sin mayores problemas la lección de no comer; pero el sexto día, cuando llegó el tratante a la cuadra, lo encontró tendido en el suelo, sin pulso y tieso como una vara de avellano. La visión del cadáver le produjo un verdadero pesar y exclamó: ¡Qué lástima, haberse muerto ahora que ya iba aprendiendo a no comer!. Y es que cuando no se programan bien los objetivos en el proceso de enseñanza-aprendizaje, las consecuencias suelen ser nefastas para los aprendices.