Algo de lo que hay en Teruel.
Comprobada la existencia de Teruel, lo atravesé mirando sus contenidos. La sierra de Albarracín fue reino independiente del Califato cordobés y perteneció a la familia de los Beni Razin, a la que debe su nombre. Conserva los restos de un castillo y está rodeado de murallas; tiene catedral y palacios góticos y renacentistas. Muy cerca está el Rodeno, donde piedras y pinos guardan pinturas rupestres postpaleolíticas, realizadas entre el 6.000 y el 1.500 a.C.. Crucé los “Montes universales” por carreteras que, sin apenas subidas, alcanzan alturas de 1650 metros; se ve el amarillo de muchas tierras sembradas de cebada ya cosechadas y los abundantes restos de paja hacen previsible una gran cosecha este año .
Siguiendo esta ruta llegué hasta a la zona de Calanda, patria de Buñuel, donde diversos carteles recuerdan que estamos en la ruta del tambor y el bombo, pero ni bombos ni tambores encontré, probablemente duermen profundo sueño del que despiertan cada Semana santa para perturbar la tranquilidad y machacar con su sonido los oídos de quien por allí está en esas fechas. Además de ser patria de estos instrumentos musicales, su producto estrella es el melocotón, al que envasan en el árbol antes de madurar para evitar caídas, plagas y tratamientos fitosanitarios.
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