Maneras de enseñar.
Un historiador clásico dice que había en Atenas un famoso profesor de música, tal vez seguidor de las teorías de Pitagóricas, las cuales relacionaban y armonizaban la música con las matemáticas; este maestro enseñaba los diferentes estilos de hacer música que se conocían en aquel tiempo, desde el dorio hasta el eolio; para ello tenía un modo muy peculiar de inculcárselos a sus alumnos. Lejos de utilizar el modelado, el moldeamiento, el refuerzo, la práctica positiva, la zona de desarrollo próximo o el aprendizaje significativo, lo que hacía era juntar cuidadosamente las voces mas desentonadas, ásperas, cerriles, toscas y hasta roncas y afónicas de cuántos conocía y se las mostraba en concierto a sus pupilos. Les hacía observar minuciosamente el alarido desapacible de unas, el taladrante sonido de otras, el insoportable desentono de las más y los inaguantables y ultrajantes botes, saltos, discontinuidades, chirridos y aullidos de todas.
Se volvía después a sus discípulos y les decía cariñosa y apaciblemente: “ haced todo lo contrario de lo que hacen éstos y cantareis divinamente”. Es otra forma de enseñar, basada, no en mostrar al alumno lo que tiene que hacer, sino aquello que nunca debe hacer. La dificultad estriba en que los errores tienen muchos caminos y el acierto, probablemente, sólo tenga uno o unos pocos.
Se volvía después a sus discípulos y les decía cariñosa y apaciblemente: “ haced todo lo contrario de lo que hacen éstos y cantareis divinamente”. Es otra forma de enseñar, basada, no en mostrar al alumno lo que tiene que hacer, sino aquello que nunca debe hacer. La dificultad estriba en que los errores tienen muchos caminos y el acierto, probablemente, sólo tenga uno o unos pocos.