Piratas y emperadores.
En los tiempos en que andaba Alejandro Magno conquistando todo lo conquistable, navegaba por los mares un pirata que robaba y mandaba al fondo del mar cuantos barcos se encontraba. Cabreado Alejandro, mandó a toda su armada contra él hasta que lo capturaron. Llevado a su presencia, le preguntó las razones por las cuales tenía tan atemorizados y dominados los mares que nadie se atrevía ya a navegar por ellos. El pirata, lejos de acobardarse, le respondió que si él tenía atemorizados los mares, también Alejandro escandalizaba y sometía toda la tierra; añadió en su defensa que a él, por asaltar un barco, le llamaban ladrón y a Alejandro, por apoderarse de toda la tierra, le llamaban emperador. Y remató su alegato diciendo que si la fortuna fuese magnánima con él y los dioses crueles con Alejandro y se cambiasen las tornas, seguro que él sería mejor rey que el propio Alejandro y Alejandro peor pirata que él.
Parece ser que a lo largo de la historia ha sido y es práctica común tratar como señores a los que roban en público y como ladrones a los que hurtan en secreto.
Parece ser que a lo largo de la historia ha sido y es práctica común tratar como señores a los que roban en público y como ladrones a los que hurtan en secreto.