el cazurro ilustrado

11 junio 2007

El retorno.


En octubre, coincidiendo con los primeros fríos y con el inicio del curso escolar, a millares se desplazaron a otros parajes donde les dieran atenciones, cuidados y formación, más acordes a sus necesidades que las que podían recibir en esta montaña, carente de escuelas, universidades, clínicas y hasta de alimento en invierno.
Se fueron tristes y melancólicas después de tres meses de verano en los que disfrutaron de aire puro, sana alimentación, sol a raudales y, ya en septiembre, tras el largo y cálido verano, de un periodo amoroso, provocado por la continua convivencia con individuos del otro sexo y por la disminución de la luz solar, que en muchos casos trajo como consecuencia una preñez, resuelta felizmente con el alumbramiento de la prole a los cinco meses.
Ayer volvieron. Venían algunas un poco mareadas y las otras cansadas y agarrotadas con una sintomatología similar a la del síndrome de la clase turista porque hicieron el largo viaje en las jaulas de un transporte especial por carretera. El aire, el agua, el fuego solar y esta tierra que da aromáticas y hasta medicinales hierbas harán que pronto se recuperen, mejoren, engorden y vuelvan preñadas para Extremadura, cuando las primeras nieves digan que el verano ha terminado y que es tiempo de iniciar el eterno retorno.