A vueltas con la ortografía.
Mientras que las Universidades españolas usan criterios ortográficos a la hora de corregir los exámenes de la PAU (selectividad) y, llegado el caso, puede un alumno perder hasta cuatro puntos por faltas, incorrecciones o errores lingüísticos, los estudiantes neozelandeses, en una prueba equivalente (NCEA) pueden utilizar el idioma abreviado de los SMS, porque para ellos lo que importa es que el estudiante demuestre de alguna forma los conocimientos adquiridos aunque no se ajusten a la ortografía tradicional.
Los defensores de tal medida creen que esta decisión lo único que hace es llevar el lenguaje que ya se está usando en otros ambientes a los entornos académicos. Los detractores opinan que la medida empobrecerá el idioma.
En 1758 un personaje de “ Fray Gerundio de Campazas”, escrito por el genial leonés José Francisco de Isla ya decía a este respecto: "El ombre ke kiera escribir coretamente, uya qanto pudiere de escribir akellas letras ke no se egspresan en la pronunciación; porke es desonra de la pluma, ke debe ser buena ija de la lengua, no aprender lo ke la enseña su madre. Cuéntense las uu que se aorran en sólo este período, y por aquí se sacará las que se podían aorrar al cabo del año en libros, instrumentos y cartas; y luego extrañarán que se haya encarecido el papel."
Cuando yo era niño se contaba que, reunidos un francés, un inglés y un español, dieron en quejarse las dificultades ortográficas de sus respectivos idiomas; el francés decía que no había idioma más difícil que el suyo ya que se escribía “Molière” y se pronunciaba “ Moliegg”. Al inglés le pareció aquello cosa sencilla, alegando que en su idioma se decía “sespir” y se escribía “Shakespeare”. El español destacó que mucho más difícil era nuestro idioma ya que se escribía “ diez céntimos” y se leía “perra gorda”.
Así pues, razones ecológicas o razones de uso generalizado o de cualquier otro tipo se pueden esgrimir para ocultar la ignorancia de la ortografía arbitraria.
Los defensores de tal medida creen que esta decisión lo único que hace es llevar el lenguaje que ya se está usando en otros ambientes a los entornos académicos. Los detractores opinan que la medida empobrecerá el idioma.
En 1758 un personaje de “ Fray Gerundio de Campazas”, escrito por el genial leonés José Francisco de Isla ya decía a este respecto: "El ombre ke kiera escribir coretamente, uya qanto pudiere de escribir akellas letras ke no se egspresan en la pronunciación; porke es desonra de la pluma, ke debe ser buena ija de la lengua, no aprender lo ke la enseña su madre. Cuéntense las uu que se aorran en sólo este período, y por aquí se sacará las que se podían aorrar al cabo del año en libros, instrumentos y cartas; y luego extrañarán que se haya encarecido el papel."
Cuando yo era niño se contaba que, reunidos un francés, un inglés y un español, dieron en quejarse las dificultades ortográficas de sus respectivos idiomas; el francés decía que no había idioma más difícil que el suyo ya que se escribía “Molière” y se pronunciaba “ Moliegg”. Al inglés le pareció aquello cosa sencilla, alegando que en su idioma se decía “sespir” y se escribía “Shakespeare”. El español destacó que mucho más difícil era nuestro idioma ya que se escribía “ diez céntimos” y se leía “perra gorda”.
Así pues, razones ecológicas o razones de uso generalizado o de cualquier otro tipo se pueden esgrimir para ocultar la ignorancia de la ortografía arbitraria.