Medios y ambientes.
En este día mundial del “medio ambiente” conviene recordar que la historia de la humanidad no ha sido otra cosa que la lucha contra las condiciones adversas del entorno; la modificación de aquéllas que fue posible cambiar y la adaptación a las que no hubo forma ni manera de variar. Así, pasamos de la cueva al adosado, de los lomos de un burro a la tapicería en cuero de un “mercedes”; de la hoguera al aire acondicionado; de la caza a la carnicería... Sucesiva o simultáneamente fuimos mejorando las condiciones vitales, pero ahora nos encontramos con efectos colaterales no deseados y pretendemos un desarrollo sostenible sin humos, sin ruidos, sin efecto invernadero, sin calentamiento global ni cambio climático. Pretensión probablemente inalcanzable porque muy pocos están dispuestos a dejar alguno de los privilegios conseguidos para mejor gloria de la humanidad entera.
Y es que optamos por el camino contrario a los persas, los cuales después de haber conquistado todas las naciones vecinas, debatieron sobre la conveniencia o no de ir a vivir a alguna de ellas que fuera más rica y con clima más benigno.
Ciro, su rey, les aconsejo que así lo hicieran, pero les avisó de que en el momento que se fueran, deberían saber que ya no mandarían a nadie, sino que serían mandados por otros; porque, razonó Ciro, el efecto natural de un clima delicioso era criar delicados a los hombres y él mismo nunca había encontrado ninguna tierra que produjera al mismo tiempo buenos frutos y guerreros valientes.
Optaron entonces los persas por seguir en su tierra; prefirieron vivir mandando en una tierra áspera, que ser mandados en el más delicioso paraíso; Postura contraria a la que hemos tomado los humanos posmodernos y neoliberales.
Y es que optamos por el camino contrario a los persas, los cuales después de haber conquistado todas las naciones vecinas, debatieron sobre la conveniencia o no de ir a vivir a alguna de ellas que fuera más rica y con clima más benigno.
Ciro, su rey, les aconsejo que así lo hicieran, pero les avisó de que en el momento que se fueran, deberían saber que ya no mandarían a nadie, sino que serían mandados por otros; porque, razonó Ciro, el efecto natural de un clima delicioso era criar delicados a los hombres y él mismo nunca había encontrado ninguna tierra que produjera al mismo tiempo buenos frutos y guerreros valientes.
Optaron entonces los persas por seguir en su tierra; prefirieron vivir mandando en una tierra áspera, que ser mandados en el más delicioso paraíso; Postura contraria a la que hemos tomado los humanos posmodernos y neoliberales.