Gallinas en libertad.
Hubo un tiempo en que las gallinas para tener descendencia guaraban. Mientras tenían los huevos bajo ellas no se desmandaban por los huertos y aunque los huevos fuesen de otras gallinas los calentaban como si fueran propios. Hoy nacen los pollos huérfanos, en incubadoras de cuatrocientos en cuatrocientos, sin figura materna a la que vincularse y sin que una madre les enseñe unos primeros rudimentos de conducta, ni les proteja de los frecuentes peligros, cumpliéndose así las palabras de Samuel Butler : "Una gallina es sólo la manera que tiene un huevo de hacer más huevos".
Las granjas donde se crían pollos y gallinas son enormes orfanatos en los que se desarrollan estos animales sin vínculos afectivos, amontonados entre cuatro paredes, sin referencias del mundo exterior como los hombres en la caverna del mito de Platón.
El sábado, por un módico precio, liberé de la orfandad a cuatro gallinas ponedoras y las llevé a un nuevo mundo donde tienen todo tipo de facilidades para ejercitar sus patrones básicos de conducta, como son tomar baños de polvo, moverse libremente y buscar alimento en el exterior, teniendo el comedero a rebosar, además de estar a salvo de depredadores, tener amplios varales donde acostarse y libertad para hacer nialero donde les apetezca.
Cuando vieron su nuevo mundo buscaron un rincón y se apelotonaron sin mirar ni explorar el paraíso que se les ofrecía. Un duro trabajo queda por delante hasta que aprendan a vivir en libertad.
Si la libertad humana de que tanto se envanecen los hombres – como dice Espinosa– no es más que la conciencia de su voluntad y la ignorancia de las causas que la determinan, entonces la libertad gallinácea que tanto desprecian las gallinas es saber que además de causas que la determinan, tiene efectos adversos, como el deber de comenzar a tomar decisiones.
Las granjas donde se crían pollos y gallinas son enormes orfanatos en los que se desarrollan estos animales sin vínculos afectivos, amontonados entre cuatro paredes, sin referencias del mundo exterior como los hombres en la caverna del mito de Platón.
El sábado, por un módico precio, liberé de la orfandad a cuatro gallinas ponedoras y las llevé a un nuevo mundo donde tienen todo tipo de facilidades para ejercitar sus patrones básicos de conducta, como son tomar baños de polvo, moverse libremente y buscar alimento en el exterior, teniendo el comedero a rebosar, además de estar a salvo de depredadores, tener amplios varales donde acostarse y libertad para hacer nialero donde les apetezca.
Cuando vieron su nuevo mundo buscaron un rincón y se apelotonaron sin mirar ni explorar el paraíso que se les ofrecía. Un duro trabajo queda por delante hasta que aprendan a vivir en libertad.
Si la libertad humana de que tanto se envanecen los hombres – como dice Espinosa– no es más que la conciencia de su voluntad y la ignorancia de las causas que la determinan, entonces la libertad gallinácea que tanto desprecian las gallinas es saber que además de causas que la determinan, tiene efectos adversos, como el deber de comenzar a tomar decisiones.