Saludar dando dos besos.
Algunos historiadores mantienen que cuando los griegos tomaron Troya, muchos troyanos lograron huir en sus naves y con el viento como motor y la deriva como destino, llegaron a orillas del Tíber. Los hombres fueron a explorar el territorio y quedaron las mujeres sin saber que hacer y muy cansadas de tanto navegar, hasta que a una de ellas, llamada Roma, prudente y de alto linaje, se le ocurrió quemar las naves y acabar así con la peregrinación sin rumbo a que los hombres les habían sometido. Al ver el fuego, los hombres se enfadaron, pero pronto comprobaron que la vida les marchaba mejor de lo esperado ya que el clima era excelente y las gentes que encontraron muy amables. Entonces, en honor a aquella mujer llamada Roma, pusieron ese nombre a la ciudad. También se dice que la costumbre que tienen las mujeres de dar dos besos a los que les presentan y a sus maridos procede de que estas mujeres saludaron así a los hombres después de la quema de las naves por miedo y por contentarles de su enfado, según cuenta Plutarco.