Epidemias y profecías.
La vida de los humanos está asociada a las epidemias y a las profecías. Igual da que miremos a los griegos, a los egipcios, a los romanos, a los mayas, al medioevo o la edad actual. La peste negra, la sífilis, el cólera, la lepra, la fiebre amarilla, la malaria, el SIDA, la tuberculosis, la gripe aviaria o la encefalitis espongiforme bovina, por poner algunos ejemplos, han producido innumerables muertes en todo el mundo a lo largo de la historia, y han logrado cambiar el curso de muchas vidas y haciendas.
Habla Suetonio de la multitud de libros proféticos, fatídicos y sibilinos escritos en griego o en latín que circulaban entre la población. El oráculo de Delfos fue de obligada consulta en la antigüedad. Nostradamus, San Malaquias, Rasputin, la virgen de Fátima o de Lourdes, Jeremías, zacarias, Oseas…videntes de todas las razas con el prefijo telefónico 806 y hasta “científicos” se atreven con el futuro: “El escritor e investigador de paleoecología humana Eudald Carbonell ha vaticinado que durante el presente siglo desaparecerá más del 50% de la especie humana”. En el colmo del arrebato pronosticador defiende que los humanos se extinguirán por la falta de energía, la escasez de agua y la multiplicación de enfermedades.
Si nos asomamos a las últimas noticias, son frecuentes titulares de este tipo: “Muchas de las zonas climáticas actuales desaparecerán por completo para el año 2100 y serán reemplazadas por climas ahora desconocidos, según un estudio divulgado hoy en EEUU. Según un informe que aparece publicado en el último número de la revista Proceedings of the National Academy of Sciences”
Decía Catón que se admiraba de que cuando se encontraban dos adivinos no pudiesen contener la risa, por conocer ambos que todo su arte era una mera impostura.
Lo más curioso es que muchas profecías versan sobre epidemias y que en determinados momentos (como el actual) hay auténticas epidemias de profecías (y de profetas).
Habla Suetonio de la multitud de libros proféticos, fatídicos y sibilinos escritos en griego o en latín que circulaban entre la población. El oráculo de Delfos fue de obligada consulta en la antigüedad. Nostradamus, San Malaquias, Rasputin, la virgen de Fátima o de Lourdes, Jeremías, zacarias, Oseas…videntes de todas las razas con el prefijo telefónico 806 y hasta “científicos” se atreven con el futuro: “El escritor e investigador de paleoecología humana Eudald Carbonell ha vaticinado que durante el presente siglo desaparecerá más del 50% de la especie humana”. En el colmo del arrebato pronosticador defiende que los humanos se extinguirán por la falta de energía, la escasez de agua y la multiplicación de enfermedades.
Si nos asomamos a las últimas noticias, son frecuentes titulares de este tipo: “Muchas de las zonas climáticas actuales desaparecerán por completo para el año 2100 y serán reemplazadas por climas ahora desconocidos, según un estudio divulgado hoy en EEUU. Según un informe que aparece publicado en el último número de la revista Proceedings of the National Academy of Sciences”
Decía Catón que se admiraba de que cuando se encontraban dos adivinos no pudiesen contener la risa, por conocer ambos que todo su arte era una mera impostura.
Lo más curioso es que muchas profecías versan sobre epidemias y que en determinados momentos (como el actual) hay auténticas epidemias de profecías (y de profetas).