el cazurro ilustrado

14 abril 2007

Infancia y mascotas.


Cuenta Plutarco que paseando César por la ciudad de Roma se encontró unos forasteros ricos que llevaban en brazos a perros y a monos. Asombrado ante tal comportamiento, les preguntó que si en su país las mujeres no parían niños, ya que era del parecer de que la inclinación natural de los humanos se encamina al amor y al afecto familiar. Sin salir de su asombro, constató que muchos hombres y mujeres, debiendo la ternura y el cariño sólo a los de su especie, sin saber por qué y sin motivos aparentes, los trasladan a las bestias.
Censuró estas relaciones, considerándolas un espectáculo indigno que hacía caer en el olvido las cosas bellas y útiles.
Si César se paseara hoy por cualquiera de nuestras ciudades y viera a los perros vestidos con traje de lana o tergal, a los gatos saliendo atusados de las peluquerías en brazos de sus dueños o el culto y trato dado a los numerosos animales que tienen los habitantes de la urbe, su indignación cambiaría a enfado y cabreo, sobre todo si descubriera, además, que esas sublimes relaciones que se mantienen con los brutos, se niegan sistemáticamente a crías humanas: alrededor de la mitad la infancia del planeta carece de los bienes y servicios básicos. Millones de niños y niñas están desnutridos, sin agua, ni acceso a los servicios básicos de salud y educación, mientras que las mascotas disfrutan, no ya de alimentos enriquecidos con vitaminas y minerales, sino de clínicas de cirugía estética y hasta hoteles de lujo para pasar sus vacaciones.