A vueltas con la juventud y la educación.
Organizan en Asturias unas jornadas con el título “Érase una vez la escuela” y el subtítulo “La escuela en la literatura y la literatura en la escuela”. Uno de los participantes es Luis Antonio de Villena, autor del libro “Mi colegio” donde narra un sin fin de experiencias, algunas negativas y otras no del todo positivas, pero, según su propias palabras, “no todo era tan malo”. Aprovecha este foro el autor para cargar contra la juventud y contra la educación actual con “perlas” de este tipo: “«Los jóvenes de hoy no tienen educación, ni para la ciudadanía ni para nada»; “La mayoría de los chicos y chicas están pésimamente mal educados: son groseros, zafios, guarros e inmensamente vulgares, igual que es verdad que en mi época podíamos ser cursis y ridículos. Antes de aprender latín, matemáticas o ciencia se aprendía a ser educado en ciertos cánones sociales. La sociedad puede estar equivocada, y lo está, en muchas cosas, pero tienes que tener unos contenidos básicos de comportamiento cívico incluso para poder rebelarte”. “El problema gravísimo es que vivimos en una sociedad enormemente empobrecida. Es algo que me hace recordar aquel verso de Machado: «Qué difícil es, cuando todo baja / no bajar también». En esta sociedad todo está rozando los límites de la basura. Como ves, no soy pesimista: soy más bien apocalíptico. Nunca ha habido tanta incultura ni tanta zafiedad. Ignorancia siempre la hubo, pero ahora el ignorante alardea de su ignorancia”. “Ahora el inculto es seudo culto y opinante. Es otra de las cuestiones mal llevadas de la democracia: está obligada a educar a todos, porque si no el voto no tiene el mismo valor. No es lo mismo un voto por publicidad que un voto por convicción. Sin educación no hay democracia: es una filfa”.
No es la primera vez ni será la última que se arremete contra la educación y contra la juventud desde la experiencia que tienen hombres doctos ya de vuelta de todo, cultos, cultivados, educados mejor que ahora, ciudadanos de primera, listos y de gran provecho para la sociedad. Parece que ignoran, o deberían tener en cuenta antes de verter sus ácidas críticas, que la juventud, por definición, no tiene experiencia aunque sepa muchas cosas, que tiene que ser sospechosa de lo que oye, incrédula de lo que le dicen y, a veces, menospreciar el criterio ajeno aunque el suyo sea muy pobre. Respecto a la Educación, es obligatorio saber que la juventud aprende lo que le enseñan y si les enseñamos “locuras”, se ceban aprendiéndolas. Si queremos una juventud disciplinada deben ser los adultos -padres, maestros, políticos, tertulianos, conferenciantes...- corregidos, honestos, justos y comedidos. Si es así, así será nuestra juventud, si no, como ha ocurrido siempre echaremos la infancia en el olvido, la juventud en vicios, la edad adulta en cuidados, la vejez en quejas y el tiempo y las opiniones en vanas esperanzas y en críticas vacías.