el cazurro ilustrado

29 enero 2007

Tiempos cambiantes.


Hay tantos cambios en esta vida y en el tiempo que hace mientras ella transcurre que se puede decir que no hay nada estable. Un día está el mar en calma y otro día hay tempestad; un día truena y otro hace sol; uno nieva y al siguiente hiela; y con la vida sucede lo mismo, unas veces nos duele la cabeza de tanto reír y otras nos escuecen los ojos de tanto llorar. Es tan cierta la calma después de la tempestad como la tempestad después de la calma. No hay adversidad ni mal tiempo que no se acabe, ni placer ni buen tiempo que no harte. De tal manera que en el tiempo y en la vida, lo que ocurre o nos hace derramar lágrimas o esbozar sonrisas o disimular nuestro estado.
El tratamiento informativo de la última nevada ha sido más para hacer reír que para disimular. Que en enero caiga nieve, que las carreteras se cierren y que los pueblos de la montaña queden incomunicados no debería ni ser noticia, sin embargo, todos los medios hablaron tan exageradamente del temporal y tanto lo magnificaron que, además de mentiras varias parecían deseos de probar el cambio climático.Me decía un montañés lo que ahora se llama “cambio climático” antes se decía “años buenos” o “ años malos”. Aseguraba que cuando él tenía dieciocho años cayó una nevada en junio que tumbó todos los centenos y a nadie se le ocurrió hablar del “cambio climático” y sí lo había sido, más que esta nevada de medio pelo.