el cazurro ilustrado

26 enero 2007

Mujeres escritoras.



El pasado miércoles no pude acudir a la entrega de premios del XVII certamen de relatos breves “Imágenes de mujer” convocado por el Excmo. Ayuntamiento de León.
Las ganadoras fueron Isabel Urueña Cuadrado, por el relato: ”Joseph Conrad in memoriam” .
- Accésit de Reconocimiento al relato que mejor refleja la igualdad de oportunidades: Mª Begoña Luisa Martín García, por el relato: “Semana blanca”
- Accésit de Reconocimiento mejor relato de autora/autor del Municipio de León: Ana Cristina González Rodríguez, por el relato: “Cole, colección” .
Me había invitado ésta última ya que, después de ella, soy yo uno de los que más sabe de su vida y obras, puesto que lleva más de 15 años trabajando con nosotros y otros tantos vengo yo animándola a que escriba.
Mientras recibían el correspondiente cheque y la placa conmemorativa, ocupé mi ausencia al acto tomando diversos productos naturales y antinaturales para paliar los efectos de un posible virus que me atasca las vías respiratorias y me provoca calenturas y me ocupé también en leer algunas biografías de “Ilustres mujeres” que en épocas lejanas se dedicaron al arte de juntar letras.
Safo de Lesbos: Tocaba la lira, con la que acompañaba sus composiciones poéticas, fundó una escuela para mujeres jóvenes, enseñando además de literatura, música, danza... Escribió miles de composiciones, llegándonos a través del tiempo una pequeña parte, fragmentada. Platón se refirió a ella como "La décima musa".
Cornificia: En tiempo de César Octaviano fue tenida por muy docta en las letras griegas y latinas y en componer metros y epigramas fue muy doctísima. Cuentan de esta mujer lo que se puede contar de pocos hombres: que componía ella mejores versos y epigramas rápidamente que no su hermano Cornificio, también poeta, despacio.
Proba: Mujer posiblemente romana que aprendió y aprovechó muy bien las artes liberales. Estudiosa de los versos de Virgilio, a punto estuvo, si no lo consiguió de escribir la Biblia en verso, si nos fiamos de Bocaccio.
Lelia Sabina: tenía mucha gracia en el leer, pero tenía mayor elegancia en el escribir, escribía muchas cartas y oraciones y su padre Sila las aprendía de memoria y las recitaba después en el senado.
Lasterma y Axiotea: fueron dos mujeres griegas muy cultas y nombradas entre los discípulos de Platón. Fue la una de tan profunda memoria y la otra de tan alto entendimiento, que muchas veces, estando Platón en la cátedra, no quería comenzar a leer, cuando le preguntaban por qué no leía respondía: "No quiero leer porque falta el entendimiento que lo ha de entender ( no estaba Lasterma), y falta la memoria que lo ha de conservar ( no estaba allí Axiotea)."
Areta: Hija del filósofo Aristipo, Bocaccio dice que no sólo aprendió para sí, sino que ensañaba a otros y escribió muchos libros: uno de las alabanzas de Sócrates, otro de la manera de criar a los niños, otro de las batallas de Atenas, otro de la fuerza tiránica, otro de la república de Sócrates, otro de las infelicidades de las mujeres, otro de la agricultura de los antiguos, otro de las maravillas del monte Olimpo, otro del vano cuidado de la sepultura, otro de la providencia de las hormigas, otro del artificio de las abejas; y escribió otros dos, uno de las vanidades de la mocedad y otro de las calamidades de la vejez. Leyó públicamente esta mujer filosofía natural y moral en las academias de Atenas por espacio de 35 años, compuso cuarenta libros, tuvo ciento y diez filósofos por discípulos, murió en edad de setenta y siete años; y los atenienses pusieron sobre su sepultura estos versos: «Aquí yace Areta, la gran greciana, lumbre que fue de toda la Grecia, la cual tuvo la hermosura de Elena, la honestidad de Thirma, la pluma de Aristipo, el ánima de Sócrates y la lengua de Homero.»
Pitágoras tuvo una hermana llamada Teoclea que tan sabia era que decían los griegos que no aprendía ella de Pitágoras sino Pitágoras de ella. Tuvo también una hija llamada Polícrata, muy sabia, más hermosa que rica, y fue tan estimada por su alta elocuencia, que valía más la palabra que ella decía hablando a la rueca, que no la filosofía que su padre leía en la Academia.
Nicóstrata fue mujer del rey Evandro, dicen que tenía tanta facilidad con el verso como otros con la prosa, dicen, además, que profetizó la destrucción de Troya 15 años antes de que ocurriera y que adivinó que Roma triunfaría sobre todos los reinos de la tierra.
Strabon dice que la quinta reina de los Lidos fue Mirtis, la cual tenía el cuerpo tan pequeño que parecía enana, pero en el ánimo y sabiduría era tan alta que la llamaban la Gigantea.
Cornelia fue una mujer especialmente sabia que leía públicamente en una cátedra de filosofía en Roma, después de su muerte le pusieron una estatua en la que se leía : «Ésta es Cornelia, madre que fue de los Gracos, la cual fue muy afortunada en los discípulos que enseñó y muy infeliz en los hijos que parió”.
La hija del rey Darío era hermosa, rica y generosa; pero no era sabia, y ésta fue la causa por la que Alejandro Magno no se casara con ella. Dicen Annio Rústico y Quinto Severo que Alejandro menospreció a la hija de Darío, después se casó con una mujer que se llamaba Barsina, la cual era pobre y no muy hermosa, pero en las letras griegas y latinas era muy instruida. Como los príncipes de Macedonia le reprochaban el menosprecio a la rica y el casarse con la pobre, respondió: «Mirad, amigos, en los casamientos basta que el marido sea rico y la mujer que tome sea sabia; porque el oficio del marido es ganar lo perdido y el oficio de la mujer es conservar lo ganado”.
No sigo, Cris, porque con estos ejemplos te sobran para ver los pasos que has de seguir si a la cátedra de la vida quieres llegar.