Los discursos de la ira.
Vistos y oídos los discursos que los políticos lanzan estos días sobre el fracaso del “diálogo con ETA” para conseguir el tan ansiado final de los atentados, no tengo más remedio que recordarle al presidente Zapatero lo que Plutarco a Trajano, aconsejándole que fuera paciente en los trabajos, manso en las negociaciones y sufrido con los furiosos, porque cura muchas más cosas el tiempo que no las que la razón concierta.
Debería saber Rajoy que cuando está la ira asesorando, no se cree a los amigos, se es demasiado rápido en las acciones, se anda con el rostro encendido, se tienen las manos prestas, la lengua desenfrenada, se dice con cada palabra una malicia, se enoja a la mejor ocasión y no se admite ninguna razón.
Estando las cosas en este punto sólo queda esperar que el transcurrir del tiempo ponga a cada uno en su sitio ya que al político furioso y lleno de ira, querer ponerle en concierto es falta de cordura, porque estando la ira muy encendida y el corazón muy furioso, ni se admiten argumentos, ni consuelos, ni razones.
Debería saber Rajoy que cuando está la ira asesorando, no se cree a los amigos, se es demasiado rápido en las acciones, se anda con el rostro encendido, se tienen las manos prestas, la lengua desenfrenada, se dice con cada palabra una malicia, se enoja a la mejor ocasión y no se admite ninguna razón.
Estando las cosas en este punto sólo queda esperar que el transcurrir del tiempo ponga a cada uno en su sitio ya que al político furioso y lleno de ira, querer ponerle en concierto es falta de cordura, porque estando la ira muy encendida y el corazón muy furioso, ni se admiten argumentos, ni consuelos, ni razones.