el cazurro ilustrado

17 enero 2007

Clonar comportamientos.

Ahora que está tan de moda la clonación y la búsqueda de similitudes genéticas entre determinadas especies (se dice que los humanos y los chimpancés comparten más del 99% de su material genético) es práctica habitual recurrir a la herencia y a los genes para explicar las acciones y las re-acciones de cualquier bicho viviente. Son los genes y su transmisión hereditaria los propuestos para dar cuenta de todo lo que acontece a los seres vivos.
No pensaba así Ligurgio de los comportamientos altamente disolutos de los Lacedemonios, antes de que él llegara a poner orden y concierto. Para demostrarles el peso específico del aprendizaje y del ambiente, cogió a dos perros recién nacidos de la misma camada y a uno lo crío en su casa, dándole todo lo que le apetecía y sin ninguna exigencia, al otro lo envió con un pastor, para que cuidara del ganado y anduviera por el monte casi hambriento y trabajando. Transcurrido un tiempo razonable reunió a todos los lacedemonios y a los dos perros en la plaza. Puso delante de ellos un trozo de carne y una liebre viva. El perro acomodado, se abalanzó sobre la carne muerta y el perro criado en el campo corrió tras la liebre y no tardó en alcanzarla.
Remató la lección Ligurgio diciéndoles que para ser virtuosos era necesario que desde niños fueran bien educados, porque a los hombres se les pegan mucho más las costumbres con las que se crían que no las inclinaciones con que nacen. Perros, personas y seres vivos clonan sus comportamientos de los aprendidos anteriormente.