Clonar comportamientos.

No pensaba así Ligurgio de los comportamientos altamente disolutos de los Lacedemonios, antes de que él llegara a poner orden y concierto. Para demostrarles el peso específico del aprendizaje y del ambiente, cogió a dos perros recién nacidos de la misma camada y a uno lo crío en su casa, dándole todo lo que le apetecía y sin ninguna exigencia, al otro lo envió con un pastor, para que cuidara del ganado y anduviera por el monte casi hambriento y trabajando. Transcurrido un tiempo razonable reunió a todos los lacedemonios y a los dos perros en la plaza. Puso delante de ellos un trozo de carne y una liebre viva. El perro acomodado, se abalanzó sobre la carne muerta y el perro criado en el campo corrió tras la liebre y no tardó en alcanzarla.
Remató la lección Ligurgio diciéndoles que para ser virtuosos era necesario que desde niños fueran bien educados, porque a los hombres se les pegan mucho más las costumbres con las que se crían que no las inclinaciones con que nacen. Perros, personas y seres vivos clonan sus comportamientos de los aprendidos anteriormente.