Brindis funcional.
Dedujo Feijoo que el origen de la voz “brindar” proviene del verbo Alemán Bringhen, que significa convidar o provocar a otro a beber. Conjeturó que el verbo Castellano Brindar podría derivase del Latino propinare, con esta evolución: propino, broino, brino, brindo.
Discurrió también que tal costumbre tuvo su origen en las libaciones de vino que se ofrecían a los Dioses. Estas libaciones se hacían derramando el vino sobre la víctima, como que se ofrecía y convidaba con él a la Deidad. En los sacrificios, que por sí hacían los Sacerdotes, todo el vino preparado se vertía sobre la víctima; pero en los sacrificios, que se hacían por los particulares, sólo parte del vino se derramaba en obsequio de la Deidad, cediendo la otra a los Sacerdotes.
Rastreó a los clásicos y encontró que Suetonio, en “La Vida de Tiberio”, hablaba de la costumbre de brindar, no sólo como admitida en su tiempo entre los Romanos, sino también como practicada mucho antes por los Griegos, (“habiendo bebido parte del licor contenido en el vaso, entregó éste a otro para que bebiese la parte restante”) y aventuró este modo de brindar se mudó en el de provocar uno a otro a beber, bebiendo aquel primero, pero cada uno en su vaso que es más “limpio y urbano".
Otros hablan del origen del brindis como un intento de acabar con la fea costumbre de envenenar a los invitados ya que el anfitrión bebía primero y si superaba la prueba ya podían los invitados beber tranquilos.
O agradar a los dioses o evitar un disgusto parece estar en el origen de esta costumbre que se practicará hasta la saciedad en estas fiestas; si queréis que sirva para algo más que “para multiplicar los tragos”, cuando alcéis la copa, esperad a ver que efectos tiene la bebida en el convidante y sólo entonces tomad la decisión de beber o de arrojar la bebida al suelo.
Discurrió también que tal costumbre tuvo su origen en las libaciones de vino que se ofrecían a los Dioses. Estas libaciones se hacían derramando el vino sobre la víctima, como que se ofrecía y convidaba con él a la Deidad. En los sacrificios, que por sí hacían los Sacerdotes, todo el vino preparado se vertía sobre la víctima; pero en los sacrificios, que se hacían por los particulares, sólo parte del vino se derramaba en obsequio de la Deidad, cediendo la otra a los Sacerdotes.
Rastreó a los clásicos y encontró que Suetonio, en “La Vida de Tiberio”, hablaba de la costumbre de brindar, no sólo como admitida en su tiempo entre los Romanos, sino también como practicada mucho antes por los Griegos, (“habiendo bebido parte del licor contenido en el vaso, entregó éste a otro para que bebiese la parte restante”) y aventuró este modo de brindar se mudó en el de provocar uno a otro a beber, bebiendo aquel primero, pero cada uno en su vaso que es más “limpio y urbano".
Otros hablan del origen del brindis como un intento de acabar con la fea costumbre de envenenar a los invitados ya que el anfitrión bebía primero y si superaba la prueba ya podían los invitados beber tranquilos.
O agradar a los dioses o evitar un disgusto parece estar en el origen de esta costumbre que se practicará hasta la saciedad en estas fiestas; si queréis que sirva para algo más que “para multiplicar los tragos”, cuando alcéis la copa, esperad a ver que efectos tiene la bebida en el convidante y sólo entonces tomad la decisión de beber o de arrojar la bebida al suelo.