el cazurro ilustrado

14 diciembre 2006

Ocio ancestral.



Según una encuesta, el tiempo medio del fin de semana que los españoles dedican a disfrutar de sus aficiones en casa se sitúa en 21 horas y 39 minutos. De esas 21 horas, casi el 60% prefieren las actividades pasivas, es decir, ver la televisión, escuchar la radio, navegar por Internet, leer y escuchar música. En tareas más activas, lo que más les gusta a los españoles es la cocina creativa, a la que dedican el 8% de su tiempo libre con 1 hora y 41 minutos, la jardinería (1 hora y 9 minutos), la decoración (1 hora y 8 minutos), el cuidado de las mascotas (1 hora y 6 minutos) y el bricolaje (59 minutos).
Cuando el hombre primitivo se hizo sedentario trabajó en la agricultura y en la ganadería. En su trabajo sembraban, regaban y recogían distintos frutos o domesticaban animales, cocinaban o hacían utensilios e instrumentos. Con la alimentación más o menos asegurada, comenzó a tener tiempo libre (porque tenía tiempo de trabajo) en el que, entre otras actividades más o menos lúdicas, desarrolló el arte rupestre, primer cimiento de un edificio que ha ido creciendo hasta llegar ahora al cine 3d, la TV de alta definición y los productos multimedia. Nuestros ancestros comparten con nosotros la fascinación por la imagen, el placer de mirar, la satisfacción por fisgar y el agrado por curiosear.
Si los datos de la encuesta son ciertos parece que en esta posmodernidad hay una vuelta al primitivismo: ese gusto por la jardinería sugiere una vuelta a aquellas épocas pasadas en las que se iniciaban los primeros cultivos; el cuidado de las mascotas podría tener algo que ver con los inicios de la domesticación de los animales; la cocina creativa con aquellos iniciales intentos de cocer la carne para su mejor digestión o salarla para que durara más; la inclinación hacia el bricolaje actualizaría los intentos primitivos de fabricar utensilios, artilugios y herramientas; el interés por la decoración podría ser una reminiscencia de los iniciales acomodos de las cuevas. Las actividades que eran trabajo se convierten ahora en ocio. Lo que para ellos era tarea se trueca en recreo. El tiempo libre no era para ellos un ocio activo como el nuestro, sino un dulce reposo y continuo sueño como recompensa al trabajo diurno. La mayoría de los hombres y mujeres actuales, al no ejercitar los músculos en el trabajo, deben hacerlo con el ocio y se acuestan insomnes dando mil vueltas en la cama, así que podemos decir el hombre primitivo trabajaba de día y el posmoderno lo hace por la noche.(dando volteretas en la cama). Ellos realizaban un cansino trabajo y descansaban en el tiempo de ocio, nosotros amamos el trabajo del tiempo libre y aborrecemos el descansado trabajo.