el cazurro ilustrado

19 diciembre 2006

Lotería, suerte y fortuna.


En estos días previos al sorteo de navidad, que dará mucho a unos pocos y poco o nada a muchos, y en un país en el que algunos creen en dios y la mayoría en la suerte y la fortuna, conviene recordar las palabras de Aristóteles: “La prosperidad y la fortuna consisten en cosas que no dependen de nosotros, de las que no somos dueños, y las cuales no podemos hacer a nuestra voluntad. Así que debe entenderse que hay favor de la fortuna cuando se obtiene un bien con el que no se podía razonablemente contar, o que no se experimenta un mal que se debía razonablemente sufrir…. Así, pues, la prosperidad, la fortuna, es en cierta manera una naturaleza privada de razón. El hombre favorecido por la fortuna es el que, sin una razón suficientemente ilustrada, va en busca de los bienes y los encuentra”.
Sin embargo, se dice que la suerte hay que buscarla, sólo después de poner de nuestra parte los medios pertinentes para conseguir un determinado propósito, tiene sentido decir que el esfuerzo fue acompañado de buena o mala suerte. Entonces no basta con quererla o desearla, hay que hacer algo para que la suerte acompañe o abandone a nuestra acción que, por supuesto, tenía un propósito. El propósito de miles de españoles en estas fechas es ser tocados por los hados de la buena suerte y para ello compran décimos y participaciones. Los desafortunados recordaremos la lección del mismo Sócrates cuando cargó en un barco todo su oro para hundirlo en el mar y no con fortuna sino con cordura dijo: “Engañosas riquezas, os ahogo para que no me ahoguéis”. También nos consolará Platón: «Los hombres que están muy favorecidos de la fortuna con gran dificultad se sujetan a las leyes que tiene la república.» Si estos consuelos no sirven, recordad que el hombre con mayor infortunio es el que puede poco y quiere mucho y el más afortunado es el que quiere poco y puede mucho.