Prevención de respuesta.
El rústico sosten que cubre las glándulas mamarias de esta vaca no tiene la finalidad de los wonderbra que, en teoría, realzan y aumentan ficticiamente los atributos femeninos. El objetivo es ocultarlas para prevenir la respuesta de succión de su hija que, ya mayor para tales menesteres, insiste una y otra vez en chupar de las tetas de su madre a pesar del abundante pasto que cubre los prados en este otoño lluvioso.
A los Cuatro meses de edad, la ternera había alcanzado una talla adecuada, había logrado un desarrollo normal del rumen y era capaz de comer cualquier tipo de alimento (forraje, hierba, alfalfa...). Sin embargo, con más de un año de edad, se encontró con las ubres llenas de leche de su madre y no pudo resistir la tentación.
De poco sirvió aquel “moscardo” que se le colocó en el verano, puesto que desarrolló la habilidad de colocar la cabeza de tal forma que consiguió acceder a las mamas sin que los aguijones se clavaran en la vaca lechera.
Enfadado el ganadero por la pérdida de producción y por el retroceso evolutivo de la ya novilla, decidió una doble intervención: cortó el acceso a las tetas con el sosten y colocó en el morro de la ternera otro modelo de moscardo, con las púas más largas y afiladas, con el fin de que si seguía insistiendo, la succión llevara emparejada una estimulación aversiva para la madre, que, por supuesto, evitará no dejando que se acerque. Un mes ha transcurrido desde la aplicación de estas técnicas combinadas y pacen las dos en los prados. La madre, además, libera la leche por la noche en las mamonas de la ordeñadora y la hija abandonó un hábito inadecuado y adquirió el saludable y adaptativo comportamiento de pacer.