Separar el grano de la paja.
La sociedad actual poco tiene que ver con lo que se enseña en la escuela, ni con los “sabios consejos” de los mayores, ni con las creencias y utopías de otros tiempos. En un mundo que cambia con tanta rapidez, los conocimientos que proporciona la escuela son insuficientes y no proporcionan a los alumnos las armas necesarias para sobrevivir y entender la creciente complejidad de esta sociedad de la información.
El desafío al que nos enfrentamos requiere nuevas formas de aprender y nuevas maneras de comprobar ese aprendizaje.
Las instituciones educativas tienen que pasar de impartir lecciones y de ser reservas del conocimiento a desarrollar en los estudiantes la capacidad de adquirir información, de filtrarla y de reaccionar adecuadamente ante lo radicalmente novedoso. Debe enseñarse a abstraer, a separar la paja del grano, a sacar conclusiones pertinentes de miles de datos y, además, a no creer que cualquier cosa es definitiva, sin perder el equilibrio moral y/o psicológico.
Necesitamos incrementar en nosotros mismos y en nuestros alumnos la capacidad de aprender. “Pensar” es una tarea cada vez más compleja, pero dudar de todo tampoco resuelve nada. Debemos aceptar la difícil coexistencia de que en algo hay que creer y a la vez dudar si aparecen datos que ponen en duda esa creencia. La duda puede servir como estrategia, pero instalarse en ella nos llevaría a ser como el asno de Buridán, que teniendo que elegir entre un montón de avena y un cubo de agua termina muriendo de hambre y sed por no decidir por cual empezar.
El desafío al que nos enfrentamos requiere nuevas formas de aprender y nuevas maneras de comprobar ese aprendizaje.
Las instituciones educativas tienen que pasar de impartir lecciones y de ser reservas del conocimiento a desarrollar en los estudiantes la capacidad de adquirir información, de filtrarla y de reaccionar adecuadamente ante lo radicalmente novedoso. Debe enseñarse a abstraer, a separar la paja del grano, a sacar conclusiones pertinentes de miles de datos y, además, a no creer que cualquier cosa es definitiva, sin perder el equilibrio moral y/o psicológico.
Necesitamos incrementar en nosotros mismos y en nuestros alumnos la capacidad de aprender. “Pensar” es una tarea cada vez más compleja, pero dudar de todo tampoco resuelve nada. Debemos aceptar la difícil coexistencia de que en algo hay que creer y a la vez dudar si aparecen datos que ponen en duda esa creencia. La duda puede servir como estrategia, pero instalarse en ella nos llevaría a ser como el asno de Buridán, que teniendo que elegir entre un montón de avena y un cubo de agua termina muriendo de hambre y sed por no decidir por cual empezar.