Espacio Europeo de Educación Superior (EEES).
Un largo rosario de declaraciones (Sorbona, Bolonia), convenciones (Salamanca, Graz) y conferencias (Praga, Berlín, Berger) ponen en marcha, definen, matizan, negocian o hacen un seguimiento del espacio Europeo de Educación Superior (EEES), que pretende el aumento de la movilidad y del mercado laboral de los titulados universitarios, así como asegurar la competitividad de la Educación Europea frente a la americana o a la asiática. Aunque es prácticamente imposible implantar un sistema único en toda Europa, sí se pueden establecer criterios y mecanismos para que haya un sistema similar de titulaciones universitarias, con unos objetivos comunes. Para ello se establece un sistema de transferencia y acumulación de créditos (ECTS), titulaciones con dos ciclos principales: el grado y el post grado y la equiparación entre títulos.
Se supone que el EEES va a conseguir, además, mejorar los datos del Informe Pigmalión: el 27% de los universitarios no finaliza los estudios y los que los finalizan lo hacen en un tiempo excesivo; el 48% universitarios no están preparados para ejercer una profesión y 42% de los recién licenciados tienen trabajos de escasa relevancia.
Este ambicioso plan habla de los cambios que deben producirse en los procesos de enseñanza-aprendizaje, que pasarían de estar centrados en la enseñanza a centrarse en el aprendizaje; de los cambios que deben producirse en los sistemas de evaluación y de otros más que no voy a enumerar.
Salvadas las distancias, todo esto es semejante a cuando los cambios se hicieron necesarios en la Educación Primaria y en la Secundaria. Cambios en los objetivos, en los contenidos, en la metodología, en la evaluación..... y veinte años después, siguen necesitándose los mismos cambios porque cuando debieron hacerse no se llevaron a cabo o se hicieron tímidamente, por la resistencia de una parte del profesorado “ que ya está de vuelta de todo”. La acomodación, el apoltronamiento y los miedos a la innovación pueden llevarnos a tener profesores con métodos del siglo XIX y contenidos de mediados del siglo XX, para el siglo XXI en el que estamos. Así todo, seguiremos sin explicarnos los treintas por cientos de fracaso: 30 % en Segundaria; 30% en Bachillerato y 30% en la universidad. Mirad la pintada y anticipad lo que puede ocurrir.
Se supone que el EEES va a conseguir, además, mejorar los datos del Informe Pigmalión: el 27% de los universitarios no finaliza los estudios y los que los finalizan lo hacen en un tiempo excesivo; el 48% universitarios no están preparados para ejercer una profesión y 42% de los recién licenciados tienen trabajos de escasa relevancia.
Este ambicioso plan habla de los cambios que deben producirse en los procesos de enseñanza-aprendizaje, que pasarían de estar centrados en la enseñanza a centrarse en el aprendizaje; de los cambios que deben producirse en los sistemas de evaluación y de otros más que no voy a enumerar.
Salvadas las distancias, todo esto es semejante a cuando los cambios se hicieron necesarios en la Educación Primaria y en la Secundaria. Cambios en los objetivos, en los contenidos, en la metodología, en la evaluación..... y veinte años después, siguen necesitándose los mismos cambios porque cuando debieron hacerse no se llevaron a cabo o se hicieron tímidamente, por la resistencia de una parte del profesorado “ que ya está de vuelta de todo”. La acomodación, el apoltronamiento y los miedos a la innovación pueden llevarnos a tener profesores con métodos del siglo XIX y contenidos de mediados del siglo XX, para el siglo XXI en el que estamos. Así todo, seguiremos sin explicarnos los treintas por cientos de fracaso: 30 % en Segundaria; 30% en Bachillerato y 30% en la universidad. Mirad la pintada y anticipad lo que puede ocurrir.