Valverde de Curueño en fiestas.
De distinta manera a cómo los catalanes celebran su “Diada” o los Asturianos su “ Santina”, celebramos los de Valverde de Curueño nuestra fiesta patronal. No son las banderas y enseñas nacionales o nacionalistas las que presiden los actos públicos, sino un pendón rojo, blanco y verde el que se pasea un rato por la única avenida que tenemos. No son las manifestaciones, ni los discursos, ni las reivindicaciones el motivo principal, sino los saludos, las conversaciones y las reuniones familiares.
Ni siquiera nos mueve la religiosidad de antaño, ya que ni los convalecientes piden la intercesión para un milagro; ni si es la onomástica de la virgen, puesto que la trasladamos del día ocho al día dos, para que los niños puedan disfrutar más tiempo sin estar pendientes del colegio.
Tampoco es necesaria la presencia de la guardia civil en el prado donde suena la orquesta, porque no existen ganas ni riesgo de motín.
En la fiesta nos reunimos los y las del pueblo y cómo viene haciendose desde tiempo inmemorial, se mata un cordero para la celebración, se pone el ramo a las mozas, se saca a la virgen y al pendón en procesión, se recuerda a los difuntos, tocan los “tamboriteros”, bailan mozos y mozas y corren los niños y niñas entre las parejas danzantes.
Lo más interesante de la fiesta es que, al menos una vez al año, con el aire limpio y el sol claro o sin él, en agradable compañía, nos reunimos, nos saludamos, charlamos, nos interesamos por la vida de los otros, y nos despidimos “hasta el año que viene por estas fechas”.
Estáis todos invitados.
Ni siquiera nos mueve la religiosidad de antaño, ya que ni los convalecientes piden la intercesión para un milagro; ni si es la onomástica de la virgen, puesto que la trasladamos del día ocho al día dos, para que los niños puedan disfrutar más tiempo sin estar pendientes del colegio.
Tampoco es necesaria la presencia de la guardia civil en el prado donde suena la orquesta, porque no existen ganas ni riesgo de motín.
En la fiesta nos reunimos los y las del pueblo y cómo viene haciendose desde tiempo inmemorial, se mata un cordero para la celebración, se pone el ramo a las mozas, se saca a la virgen y al pendón en procesión, se recuerda a los difuntos, tocan los “tamboriteros”, bailan mozos y mozas y corren los niños y niñas entre las parejas danzantes.
Lo más interesante de la fiesta es que, al menos una vez al año, con el aire limpio y el sol claro o sin él, en agradable compañía, nos reunimos, nos saludamos, charlamos, nos interesamos por la vida de los otros, y nos despidimos “hasta el año que viene por estas fechas”.
Estáis todos invitados.