el cazurro ilustrado

02 septiembre 2006

Política y soberbia.

En la política, no hay cosa que más perjuicio haga, ni menos benéfico produzca que la soberbia y la vanidad. Los políticos que legislan mucho es imposible que acierten en todo y aunque sus equivocaciones sean pequeñas y sus despistes no muy grandes, no faltará quien los aireé y los diga a todo el mundo.
Deberían tomar lección de Agatocles, hijo de un hollero que llegó a ser rey y tirano de Sicilia, con la ayuda de las clases más humildes, después de contraer matrimonio con una viuda rica, lo que le permitió ascender al entorno de hombres influyentes de Siracusa. Tenía la costumbre de que en su mesa pusiesen, además de vajilla de oro, vajilla de barro. Cuando le preguntaron el por qué de aquella extraña mezcla, respondió: “Bebo en jarros de oro y como en platos de tierra, para dar gracias a los Dioses que de un hombre ollero, me hicieron Rey poderoso, y aun para humillarme y no endiosarme, de pensar que más fácil es, de Rey tornar a ser ollero, que no de ollero subir a ser Rey”.
Cualquier contingencia de la vida puede hacer desmoronarse al engreído y después del derrumbe necesitará algo más que pies y manos para levantarse pero la arrogancia, pedantería y suficiencia anteriores pesarán como una losa.