el cazurro ilustrado

23 agosto 2006

Ciencia y consumo.

Distintos estudios “científicos” han demostrado los beneficios del consumo de los más diversos productos y de las más variadas y opuestas prácticas. Si la Dirección General de tráfico nos alerta de los peligros del consumo de alcohol, los cerveceros y los vinateros, avalados por una parte de la comunidad científica nos recomienda su consumo, puesto que tiene efectos preventivos frente al cáncer y favorece el sistema cardiovascular y digestivo, como mínimo.
Si durante muchos años se transmitió la idea de que el comer productos derivados del cerdo aumentaban el riesgo de padecer hipercolesterolemia y otros problemas asociados, ahora resulta que la grasa del cerdo promueve la producción de HDL (colesterol bueno), además de ser rica en hierro, magnesio, zinc, calcio, fósforo, vitaminas B1, B2 y niacina por lo que es buena para la arteriosclerosis, el colesterol y la salud en general.
Si el tabaco se demoniza condenando al infierno a los fumadores, resulta que algunos estudios demuestran “que los fumadores presentan una menor tasa de Parkinson, un estudio del equipo de Patricia Willems-Giesberg, del Centro Médico de la Universidad Erasmus, en Rótterdam, presentado en la LII Reunión Anual de la Academia Americana de Neurología, indica que los beneficios del tabaco se extienden a los consumidores de café y de alcohol, lo que sugiere que los comportamientos adictivos tienen unos mecanismos químicos cerebrales que ayudan a prevenir el Parkinson.”.
Lo mismo ocurre con el ejercicio físico: “disminuye las grasas, es anti hipertensivo, mejora el funcionamiento del corazón, disminuye la frecuencia cardiaca, dilata las arterias, es diurético, es reductor del peso, estimula el funcionamiento intestinal, disminuye el azúcar, es tranquilizante y con cualidades de antidepresivo e hipnótico” y con el reposo: “Los beneficios del reposo físico y emocional derivan de la reducción de la frecuencia cardiaca y de la presión arterial, lo que disminuye la sobrecarga impuesta al corazón”.
Podría seguir poniendo ejemplos con el café, el té, la siesta o el sexo.
Lo curioso es que las investigaciones que destacan las bondades de un producto o una actividad, están financiadas en un caso por los productores y por los organizadores en otro. A este paso, la comunidad “científica” acabará demostrando que podemos satisfacer todos nuestros deseos porque no hay nada malo bajo el sol. Pero lo malo es que los deseos van a crecer por encima de sus posibilidades de satisfacción.