Diagnóstico y educación.
Miles de niños iniciaron ayer su andadura por el sistema de enseñanza obligatorio y gratuito de este país. Muchos de ellos tendrán dificultades a lo largo de su escolarización; si persisten en el tiempo, se iniciará la búsqueda de un diagnóstico que tendrá suma importancia para padres, maestros y algunos profesionales, porque les tranquilizará y les librará de responsabilidades. Aunque el diagnóstico tradicional puede facilitar la comunicación entre profesionales, lo único que hace es denominar conjuntos de conductas bajo una etiqueta. A unos se les llamará autistas, a otros hiperactivos, a otros disléxicos... el que se salga de la "normalidad" tendrá un rótulo que se convertirá en la causa de sus comportamientos: se autoestimula porque es autista; no obedece porque es hiperactivo, lee mal porque es disléxico. Pero lo que de verdad importa es identificar las dificultades que presentan estos alumnos y trabajar para solucionarlas. En lugar de afirmar que un niño presenta o no criterios para un diagnóstico, es necesario apelar a las habilidades, competencias y repertorios con que cuentan los niños para superar sus dificultades y optimizar su desarrollo.