Epidemias, pestes, gripes y remedios.
Las condiciones higiénicas y el desconocimiento de sus causas estuvieron en la base de las grandes epidemias habidas a lo largo de la historia. Éstas asolaron naciones enteras, diezmaron poblaciones, limitaron el crecimiento y el desarrollo económico y cambiaron, muchas veces, el curso de todos los acontecimientos.
La Biblia ya cuenta una plaga que asoló a los filisteos. Tucídides narra la peste de Atenas, ocurrida en el 428 a.c.; El imperio romano se libró de la conquista por los cartagineses gracias a una peste que les diezmo cuando tenían sitiada Siracusa; en el siglo II d.c. Italia y Francia se vieron devastadas por la llamada “peste antonina” que se llevó por delante al mismísimo emperador Marco Aurelio; en el siglo III, una peste llegada de Egipto se cebó con Grecia e Italia, se cuenta que en Roma y Atenas morían 5000 personas diarias; En el año 542 d.c. la peste “Justiniana” se extendió por Asia y Europa, llegando a matar 10.000 personas al día en Constantinopla; pero la más trágica peste llegó en el siglo XIV, fue “la peste negra” que se llevó por delante a la mitad de la población europea; entre 1894 y 1912 otra epidemia provocó 11 millones de muertos en la India; la “gripe española” causó en 1918 20 millones de victimas; en 1944 la peste de Argelia inspiró a A. Camus el libro “La peste”, que termina diciendo: “el bacilo de la peste no muere ni desaparece jamás, puede permanecer durante decenios dormido en los muebles, en la ropa, espera pacientemente en las alcobas, en las bodegas, en las maletas, los pañuelos y los papeles, y puede llegar un día en que la peste, para desgracia y enseñanza de los hombres, despierte a sus ratas y las mande a morir en una ciudad dichosa.”
Las proféticas palabras de Camus parece que se cumplen: sida, ebola, ántrax, cólera, vacas locas, accidentes nucleares, sífilis mutantes, tifus, bioterrorismo, mutaciones genéticas bacterianas, dengue, legionella, gripe aviaría y hasta virus cibernéticos son algunos de los “catastróficos” peligros que amenazan a la especie humana.
En las epidemias pasadas, se elevaban oraciones en los templos, se hacían sacrificios a los oráculos, se huía de los focos infecciosos, se peregrinaba a Santiago de Compostela o a los lugares santos. En las posibles epidemias actuales ( p.e. gripe aviaria) se induce un pánico dentro de la población para que aumente hasta el infinito la demanda del “tamiflu”, en manos de las multinacionales, de las que son accionistas, políticos como Donald Rumsfeld. Se nos oculta que “Tamiflu” no cura la gripe aviaría sino que solamente frena su evolución y disminuye los síntomas... pero no evita el contagio. En España, fue aprobado en 2002 bajo la advertencia de que produce “nula o muy pequeña mejora terapéutica” (Información terapéutica del Sistema Nacional de Salud, 27-2, 2003). Pese a todo, el ESWI o grupo europeo sobre la gripe aviaria recomienda su uso masivo, ¿por qué será?.
La Biblia ya cuenta una plaga que asoló a los filisteos. Tucídides narra la peste de Atenas, ocurrida en el 428 a.c.; El imperio romano se libró de la conquista por los cartagineses gracias a una peste que les diezmo cuando tenían sitiada Siracusa; en el siglo II d.c. Italia y Francia se vieron devastadas por la llamada “peste antonina” que se llevó por delante al mismísimo emperador Marco Aurelio; en el siglo III, una peste llegada de Egipto se cebó con Grecia e Italia, se cuenta que en Roma y Atenas morían 5000 personas diarias; En el año 542 d.c. la peste “Justiniana” se extendió por Asia y Europa, llegando a matar 10.000 personas al día en Constantinopla; pero la más trágica peste llegó en el siglo XIV, fue “la peste negra” que se llevó por delante a la mitad de la población europea; entre 1894 y 1912 otra epidemia provocó 11 millones de muertos en la India; la “gripe española” causó en 1918 20 millones de victimas; en 1944 la peste de Argelia inspiró a A. Camus el libro “La peste”, que termina diciendo: “el bacilo de la peste no muere ni desaparece jamás, puede permanecer durante decenios dormido en los muebles, en la ropa, espera pacientemente en las alcobas, en las bodegas, en las maletas, los pañuelos y los papeles, y puede llegar un día en que la peste, para desgracia y enseñanza de los hombres, despierte a sus ratas y las mande a morir en una ciudad dichosa.”
Las proféticas palabras de Camus parece que se cumplen: sida, ebola, ántrax, cólera, vacas locas, accidentes nucleares, sífilis mutantes, tifus, bioterrorismo, mutaciones genéticas bacterianas, dengue, legionella, gripe aviaría y hasta virus cibernéticos son algunos de los “catastróficos” peligros que amenazan a la especie humana.
En las epidemias pasadas, se elevaban oraciones en los templos, se hacían sacrificios a los oráculos, se huía de los focos infecciosos, se peregrinaba a Santiago de Compostela o a los lugares santos. En las posibles epidemias actuales ( p.e. gripe aviaria) se induce un pánico dentro de la población para que aumente hasta el infinito la demanda del “tamiflu”, en manos de las multinacionales, de las que son accionistas, políticos como Donald Rumsfeld. Se nos oculta que “Tamiflu” no cura la gripe aviaría sino que solamente frena su evolución y disminuye los síntomas... pero no evita el contagio. En España, fue aprobado en 2002 bajo la advertencia de que produce “nula o muy pequeña mejora terapéutica” (Información terapéutica del Sistema Nacional de Salud, 27-2, 2003). Pese a todo, el ESWI o grupo europeo sobre la gripe aviaria recomienda su uso masivo, ¿por qué será?.