¿Dioses en los cerebros?.
Los que venimos de tradición cristiana católica, ateos o no, conocemos la creencia de que “Dios está en todas partes”, por lo que es imposible la soledad; los que están en la tradición protestante viven en perpetua soledad porque creen que están “a solas con Dios”.
Buscarlo “en todas partes” no ha dado resultado positivo y los científicos ( anglosajones en su mayoría) están rebuscando en el cerebro, donde, según parece, lo han encontrado.
Para ello han inventado una nueva ciencia: la neuroteología, que mezcla en desiguales partes a la biología, la neurología, la fisiología, la bioquímica, la teología y hasta la psicología cognitiva. Se pretende dar cuenta del fenómeno religioso analizando lo que pasa en el cerebro de quien medita u ora, ya sea un monje budista o una monja teresiana. Han notado que determinadas áreas cerebrales se activan y/o desactivan cuando el sujeto experimental está “hablando con dios”, lo que les lleva a ubicarle en esas áreas cerebrales ( si no al mismo dios, si a la experiencia religiosa).
La idea, aún revestida de cientifismo, datos, tomografías, emisiones de un solo fotón y campos magnéticos, está muy en la línea de la estupidez frenológica de F. Gall.
Es como si dedujéramos la idea de "justicia" a partir de la actividad cerebral en determinadas áreas del cerebro del juez que está dictando sentencia o situáramos la "libertad" en las áreas cerebrales activadas de un preso que está escapando de la cárcel.
Buscarlo “en todas partes” no ha dado resultado positivo y los científicos ( anglosajones en su mayoría) están rebuscando en el cerebro, donde, según parece, lo han encontrado.
Para ello han inventado una nueva ciencia: la neuroteología, que mezcla en desiguales partes a la biología, la neurología, la fisiología, la bioquímica, la teología y hasta la psicología cognitiva. Se pretende dar cuenta del fenómeno religioso analizando lo que pasa en el cerebro de quien medita u ora, ya sea un monje budista o una monja teresiana. Han notado que determinadas áreas cerebrales se activan y/o desactivan cuando el sujeto experimental está “hablando con dios”, lo que les lleva a ubicarle en esas áreas cerebrales ( si no al mismo dios, si a la experiencia religiosa).
La idea, aún revestida de cientifismo, datos, tomografías, emisiones de un solo fotón y campos magnéticos, está muy en la línea de la estupidez frenológica de F. Gall.
Es como si dedujéramos la idea de "justicia" a partir de la actividad cerebral en determinadas áreas del cerebro del juez que está dictando sentencia o situáramos la "libertad" en las áreas cerebrales activadas de un preso que está escapando de la cárcel.